Capítulo 5: Corazonada.

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Jung Hoseok.

Cuando Dae se desvaneció en mis brazos la traje al cuarto de servicio y la recosté sobre su cama. De inmediato ordené que llamaran a Shane, mi doctor de cabecera, quien no tardó mucho en llegar para atenderla.

—Le inyecté un tranquilizante y quizá despierte en unas dos horas. —Me explica tras salir de la habitación. —Recomiendo que se quede en cama lo que resta del día y que no se exponga a situaciones que la puedan alterar para que su presión se normalice y no corra el riesgo de que se le desate algun problema. Sobre todo porque me dijo que su abuela sufre de hipertensión.

Resoplo. —Pero ella está bien, ¿no? o sea, ¿va a poder cuidar a mis perros después de su reposo?

Shane afirma con la cabeza. —Siempre y cuando no haya armas, amenazas, golpes como el que tiene en la mejilla... —Mira de mala forma a Namjoon. —Ni nada de nada que la ponga nerviosa. Sé que la chica no te interesa, Hobi, pero tus perros sí, así que cuídala al menos por ellos.

Ruedo los ojos. En realidad Dae me pegó un susto porque pensé que había sufrido un infarto o una mierda parecida, pero no lo demostré.

—Acompañen a Shane a la puerta y denle un buen pago por su visita. —Les ordeno a Seli y a Taehyung.

—Vaya vaya, al parecer Dae nos acusó con el doctor. —Me dice Namjoon disgustado. —¿Viste como me miró cuando mencionó lo del golpe? 

—Si, y ya que lo mencionas, ayer no quise entrometerme con lo que pasó entre ustedes porque Jungkook fue quién tomó las riendas de la situación, pero te advierto que si la vuelves a tocar... —Niego con la cabeza bajo su fría mirada. —Seré yo quien te devuelva el golpe pero multiplicado por mil, ¿entendiste?

Namjoon traga en seco pero se limita a afirmar con la cabeza.

—Ahora, voy a entrar a la habitación así que procura que nadie venga a joder.

☼☼☼☼

Horas mas tarde.

Dae se remueve poco a poco sobre la cama. Sus ojitos se abren y al verme aquí sentado, junto a la cama, se altera. Puta madre.

—Relájate. —Le digo con voz suave. —Solo soy yo, no traje ningún tipo de arma punzocortante o de fuego, te lo prometo.

—¡Mataste a dos tipos delante de mí! ¡Pero primero me hiciste creer que me matarías a mí!

Escucharla tutearme no podría importarme menos, de hecho, me gusta. Me pongo de pie y la tomo de los antebrazos al ver que se levantó de golpe. Así de cerca, puedo ver mas a detalle el moretón que tiene en la mejilla y extrañamente me provoca un malestar en el estómago, su rostro es muy bonito como para que tenga esa marca.

—¿Y qué querías? Tenía que parecer real, Dae. Si no te metiste en el personaje no fue mi culpa. —Sonrío con cinismo.

—¡Eres un...!

Forcejea e intenta que la suelte pero falla por la diferencia de fuerza y de tamaño. Mis ojos buscan tener contacto visual con ella, aunque se resiste, finalmente lo consigo. Sus ojos son tan expresivos que si fueran pistolas ya estaría haciéndoles compañía a los bastardos que aniquilé horas antes.

—¿Cómo quieres que te compense el susto? —Le sonrío con picardía. —¡Ya sé! ¿Quieres otro masajito como el de la otra noche?

Dae al fin se queda quieta de manera que nos quedamos mirando fijamente. Sus mejillas se ponen coloradas y su expresión me dice que recordar aquel evento la pone nerviosa o caliente. Cualquiera de las dos es buena señal.

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