Capitulo 9: Quiero que seas mía, solo mía.

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+18 / se mencionan temas delicados, se recomienda discreción.

Jung Hoseok.

El ventanal de mi despacho apunta a las mejores vistas de Hollywood Hills. Doy un trago a mi agua mineral mientras mantengo los ojos clavados en la puesta de sol sobre las colinas. Mi mente divaga, mis pensamientos se multiplican y mi corazón se enciende al dejar de pensar en ella.

En un principio solo había atracción física y sexual, una química y una compatibilidad que no era fácil de ignorar, pero ahora, después de lo que me confesó a noche y la manera en la que se descompuso entre mis brazos, solo puedo pensar que Dae fue hecha a mi medida. Como si fuéramos de un mismo molde y solo estábamos esperando el momento exacto para encontrarnos en esta vida de mierda que nos tocó.

Y ese momento ha llegado.

Por mi cama han pasado infinidad de mujeres, pero ninguna había logrado activar ese lado sensible y entregado que creí que estaba muerto.

—¿Hyung? —salgo de mis pensamientos cuando escucho la voz de mi socio— ¿por qué tan pensativo?

—¿Hyung? —salgo de mis pensamientos cuando escucho la voz de mi socio— ¿por qué tan pensativo?

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—Nada de eso, ¿de dónde vienes? —Clavo mis ojos en el maletín que lleva consigo.

—Es final de mes, fui a cobrar nuestras respectivas cuotas.

—¿Todos te pagaron?

—Si, ya saben que conmigo no tienen opción, o pagan o los desfiguro. —sonríe plenamente dejando el maletín sobre el escritorio— por cierto, tome una parte del dinero para comprar unas cosas.

—Supongo que esas "cosas" tienen que ver con los servicios de ciertas señoritas.

Jungkook se carcajea y en seguida me toma por los hombros con efusividad. —No, esta vez no. Pasé al centro comercial para comprarle unos regalitos a Dae.

—¿Qué? ¿Regalitos? ¿Por qué carajos le compras cosas? —contraigo el rostro sin ser consciente que parece mas un reclamo que una pregunta— quiero decir... se suponía que estabas enfadado con ella, ¿no?

Kook se encoje de hombros, me suelta y se sienta sobre el escritorio. —Ya no estoy enfadado, así que quiero llenarla de detalles, aunque ella se resiste sé que en el fondo le gusta que la procure de esa forma, como lo hice ayer cuando estuvimos en el gimnasio.

El estómago se me revuelve. —¿Qué pasó en el gimnasio?

Kook expulsa un suspiro que eleva mi recelo al máximo. —Le regalé un collar, ella no lo quería aceptar porque no está acostumbrada a recibir esas cosas, pero le dije que no tenía opción y después... —muerde su labio inferior— nos besamos.

Estoy apretando los puños con una tensión que me resulta dolorosa. —¿Y? ¿Qué más pasó?

Mi socio juguetea con el arete perforado en su labio inferior. —Se alejó, estaba muy nerviosa, eso solo quiere decir que le afecta mi presencia y esa es buena señal.

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