Agridulce Desastre [Casthaniel]

Opciones y decisiones

Ha sido un fin de semana de mierda, en la sincera opinión de Castiel. 

No sólo es Nathaniel, aunque principalmente es ese baboso niñito rico hijo de papi que tanto le toca las narices. Ha sido un fin de semana horrible a pesar de no tener deberes extra que terminar y todo el tiempo del mundo para sí.

Lysandro se la pasó preguntándole cómo se encontraba, lo cuál es muy molesto, porque el hombre nunca contesta su celular los fines de semana. Lo pierde y mágicamente, antes de regresar al instituto, lo encuentra de vuelta. Lo que significa que ha hecho un esfuerzo explícito de mantener su celular sólo para joder a Castiel con sus molestas preguntas emocionales y consejos racionales que sólo alguien como Lysandro consideraría útiles.

Lo más molesto es que sí eran útiles, y sí aprecia mucho que su mejor amigo le haya apoyado tanto a pesar de que el pelirrojo insistió que ya todo quedó resuelto y que no se metería más en ese asunto. 

Dijo que le iba dejar de importar.

Pero no le dejó de importar, y está seguro de que el pesado de Lysandro se dio cuenta de ello. 

No entiende a Nathaniel, no entiende cómo se atreve hacerle eso a Castiel: meterlo a sus asuntos, hacer que le importe y luego ordenarle que haga la vista gorda, ¡pues bien! Si eso es lo que quiere, que se busque a otra persona para que le ayude, nunca fue asunto de Castiel, así que ya no va a intervenir más.

A pesar de ello, cuando prende su moto y se pone en camino al instituto, hay un miedo muy presente en sus pensamientos, un miedo que le hace esperar lo peor. Tiene miedo de llegar, no encontrarse a Nathaniel y que más tarde, a mitad de las clases o como sea, se anuncie que él ya falleció.

Es la culpa hablando, lo sabe perfectamente, porque siente que pudo haber hecho más, insistido más, intentado más para que Nathaniel soltara la sopa y reportara a su familia, más para que regresara con él a su apartamento en vez de dejarlo dormir bajo el techo de una persona que un poco más y le quitaba la vida. 

Espera que las cosas hayan salido bien, que algún trabajador social se haya presentado en esa casa tan de mierda y se haya percatado de algo, lo que sea, la cosa más pequeña pero suficientemente incriminatoria, que pruebe las desdichas de ese hogar. 

Le consuela convencerse de que es solamente para joder al taradito de Nathaniel. Se lo merece, el mimado de cagada. 

Cuando se estaciona, mira la hora en el celular. 

8:15 A.M., justo a tiempo. Faltan 5 minutos para que cierren la puerta definitivamente.

Triunfal cruza las puertas, ya no hay nadie en los pasillos, pues las clases han comenzado. Se dirige a la clase de historia sin darse cuenta de que una vieja insoportable le va pisando silenciosamente los talones, con el plan de arruinarle la mañana entera porque de eso se trata su profesión: no de administrar el instituto, mas hacerle la vida imposible a los alumnos de ésta.

La vieja se aclara la garganta, y la sonrisa de Castiel se vuelve una línea. 

"¡Señor Castiel! ¿Otra vez llegando tarde?" La irritable señora le provoca, y Castiel agacha la cabeza rendido, soltando un suspiro.

"Oh, debes estar bromeando..."

"¡Yo nunca bromeo! El Viernes también llegó tarde, no crea que no lo noté."

Sube la cabeza, girando para finalmente enfrentar a la vieja Shermansky, "¡Eh, pero el tarado también llegó tarde esa vez! ¿Por qué sólo me regaña a mí?"

"¿¡Disculpe!? ¿¡Se puede saber a quién le dice tarado!?" Ella arruga el papel de su mano, su rostro con arrugas obteniendo aún más arrugas, como si hubieran tenido bebés en su cara. Castiel vuelve a dejar su cabeza caer, negándose. No va lograr salirse con la suya, ¿o sí? Es mejor rendirse de una buena vez.