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Miércoles
Estaba por terminar el descanso y fui a buscar mí libro para mí proxina clase. Pase por delante de la puerta del armario del conserje de la escuela, cuando siento que me toman del brazo jalandome hacia dentro de este.
—¡Sueltame estúpido o te voy a-.Me calle al darme cuenta de que la persona que me había metido ahí era Lynn.—Ah, eres tu.—dije algo avergonzada mientras ella me sonreía ladina.
—Y pensar que mis padres te ven como un angelito.—dijo con burla tomándome de la cintura y pegándome contra la puerta. Automáticamente llevé mis manos en sus hombros.
—¿Para que me trajiste aquí?.—pregunté viendo el lugar con curiosidad.
—Para hablar contigo ¿Que no es obvio?.—me miró obvia.
—Sí ya sé.—rodé los ojos.—Me refiero que porque en este lugar.—miré al mí alrededor.—Podrías haberme mandado un mensaje o algo.
—Le quitas lo divertido a las cosas, Cerezita.—hizo una mueca para luego mirarme fijamente a los ojos.
Imité su acción observando más detenidamente sus orbes verdes, sus pupilas estaban algo dilatadas y sus ojos tenían un brillo que la hacía ver hermosa, más de lo que ya lo es.
Me quedé viendo sus ojos más tiempo del que debía, me tenía hiptonizada aquellos bonitos ojos verdes.
—¿Qué tanto me ves?.—rompió el silencio.
—Tus ojos... Son muy bonitos.—hablé en tono de voz bajo.
Note como se ruborizo y desvío su mirada.
—¿Te pusiste nerviosa?.—la molesté.
—Tú me pones así.—dijo para luego juntar nuestros labios en un dulce beso que en unos segundos subió a uno más rápido lleno de intensidad y deseó. Sentía como nuestros dientes chocaban con los míos ante el deseo de devorarnos la una a la otra. Introdujo su lengua a mí boca empezando una guerra que ambas queríamos ganar, aunque claramente, ganó Lynn y yo solo intentaba seguirle el ritmo.
Me tomo de los muslos haciendo que enroscara mis piernas en su cintura, pegándome más a la pared si eso era posible.
Sentí como abandono mí boca para ir esparciendo besos y pequeñas mordidas a lo loco por todas partes, haciéndome soltar pequeños gemidos.
