࣪𓏲ּ ⌗ 𝗠𝗜𝗖 ˑ ִ ֶ | La vida de Emma se resumía en dos cosas: escribir y cuidar a su hija Lucia. Sus día a día parecían tan simples hasta que Carlos Sainz, el piloto favorito de Lucia, apareció en sus vidas. Solo eran ella, su hija y ahora Car...
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Siempre solía decir que la vida es injusta con ciertas personas, trataba de recordarlo en cada uno de mis libros que ya habían salido a la luz del ojo público. Por ejemplo ahora, la vida era injusta conmigo cuando estaba llegando tarde a mi trabajo y aún no encontraba niñera para mí hija.
—¡Mierda! —Grité luego de colgar la llamada de la última niñera que conocía.
—¡Mierda! —Escuché como mi pequeña hija repetía lo que decía.
—Luci, cariño, las malas palabras que diga mami no se repiten. —Le recordé con suavidad ocultando todo mi estrés por unos segundos para dirigirme a ella.
La niña de tan solo 5 años asintió riendo con la cabeza y se fue corriendo a su habitación. Acababa de buscarla de la escuela y ya tenía que volver al trabajo, pero no podía hacerlo sin antes conseguirle una niñera, no podía dejarla sola.
El ser mamá soltera a veces era demasiado agotador, tenía que hacerlo todo sola, trabajar, cuidarla, alimentarla, vestirla, educarla, había sido demasiado difícil sin la ayuda de mis padres o alguien cercano, solo éramos Luci y yo, desde siempre, y no me arrepentía para nada de esa decisión. Claro, siempre tuvimos complicaciones, y la ausencia de un padre en la vida de Lucia era notoria algunas veces, pero era una niña inteligente y bastante feliz.
El sonido de mi teléfono me hizo volver a mi realidad, mire el contacto y el nombre de Blanca brillaba en la pantalla, conteste y la voz de mi amiga sonó rápidamente del otro lado.
—¿Cómo está mi chica favorita? —Preguntó feliz.
Suspiré, no podía mentirle, no a ella.
—Algo estresada. —conteste. —¿De casualidad no conoces a ninguna niñera? Tengo una junta y no sé con quién dejar a Lu.
Blanca se quedó en silencio, parecía pensar algo.
—Yo puedo cuidarla, solo traela a casa. —respondió luego de unos segundos.
—No, no, no quiero molestarte, de seguro y estas muy ocupada. —negué con la cabeza aunque ella no me viera.
—No seas tonta. —chasqueo la lengua. —Te espero.
Y colgó la llamada sin dejar que contestara. Suspiré rendida, estaba más que claro que mi amiga no iba a aceptar un no como respuesta, y menos si se trataba de cuidar a Lucia, ella y su familia adoraba a mi niña por alguna razón, y les agradecía muchísimo por eso, ya que ellos decían ser la parte de la familia que nos faltaba.
No tardó mucho para que ambas estuviéramos en casa de mi amiga la cual nos abrió la puerta con una gran sonrisa. Luci se encontraba dando pequeños saltitos de felicidad al saber que pasaría toda la tarde con quién ella llamaba su tía Blanca, mientras que yo me encontraba lidiando con un tic en mi mano al saber que estaba llegando tardísimo a la junta con la editorial.