࣪𓏲ּ ⌗ 𝗠𝗜𝗖 ˑ ִ ֶ | La vida de Emma se resumía en dos cosas: escribir y cuidar a su hija Lucia. Sus día a día parecían tan simples hasta que Carlos Sainz, el piloto favorito de Lucia, apareció en sus vidas. Solo eran ella, su hija y ahora Car...
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La mente de Carlos no dejaba de dar vueltas durante los últimos días, repitiendo una y otra vez las palabras de Emma, analizando detalladamente cada sílaba.
Sabía que no era el mejor hombre del mundo y que llevaba una vida ocupada, pero también sabía que le gustaba pasar tiempo con Emma y Luci, tal vez le gustaba Emma. También le gustaba hacer de aquello una incógnita, como si se dijera a si mismo: ¿De verdad me gusta Emma? Cuando en realidad cada partícula de su cuerpo estaba completamente seguro de aquello.
Pero Emma no. Ella parecía negarse a aquello rotundamente, se lo demostraba con cada mensaje ignorado y las nulas conversaciones en el viaje de vuelta. Estaba completamente segura de que Carlos no se podría adaptar a sus vidas y viceversa. Pero Carlos iba a hacer que cambiará de opinión, o eso quería intentar cuando toco la puerta de su departamento esperando que estuvieran en casa.
—¡Yo voy! —se escucho el grito de la pequeña Luci del otro lado y sus pasitos apresurados.
—¡Luci no! ¿Que te he dicho de abrir la puerta de casa?
—Que es peligroso... —contesto la niña en un tono bajito.
—¿Y que tienes que hacer?
—Esperar a qué mami abra la puerta.
—Muy bien, cariño.
Al decir eso, Emma abrió la puerta de la casa sorprendiéndose de ver a Carlos allí. Hacía exactamente dos días que habían vuelto del viaje y no se volvieron a ver desde entonces. Emma se había dedicado exclusivamente a pasar tiempo con Luci, quien al parecer la paso bastante bien en la casa de Blanca y los señores Sainz los últimos días.
—¡Carlos! —grito Luci emocionada y el hombre dejo todo lo que llevaba en el suelo para abrazarla.
—¿Cómo estás pequeña? —le pregunto Carlos mientras la levantaba en sus brazos y con su mano restante extendió un ramo de girasoles a Emma. —Estas son para ti, Sunshine.
Emma recibió los girasoles aún procesando toda la situación. Carlos estaba parado frente a ella con su hija en brazos, en su casa, de visita sorpresa ¿Que era lo que pretendía?
—No avisaste que vendrías. —fue lo único que pudo decir Emma aún viendo las flores. Eran preciosas.
—No contestas mis mensajes. —contraataco él y Emma no pudo decirle nada.
Luci estaba demasiado feliz de ver a Carlos, era como si por fin atrapara a Santa dejando los regalos bajo el árbol de navidad. Siempre se ponía feliz de verlo y lo expresaba abiertamente, algo que a su madre le costaba hacer y aceptar.
Las visitas de Carlos no fallaron ni un día durante la siguiente media semana, a veces se ocupaba en tener una excusa y otras solo iba diciendo "perdón por molestar, solo quería verlas un rato", para terminar pasando todo el día con ellas hasta la noche que volvía a su casa.
