࣪𓏲ּ ⌗ 𝗠𝗜𝗖 ˑ ִ ֶ | La vida de Emma se resumía en dos cosas: escribir y cuidar a su hija Lucia. Sus día a día parecían tan simples hasta que Carlos Sainz, el piloto favorito de Lucia, apareció en sus vidas. Solo eran ella, su hija y ahora Car...
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El evento había salido a la perfección. Emma había logrado acoplarse al ambiente, sorprendiendo a Carlos sacando conversación con gente que él pensaba solo podría decirle "buenas noches", pero Emma era bastante charlatana cuando hablaba de algo que conociera, y si no era así, hacía preguntas interesantes para que la conversación durara más de dos minutos, cosa en la que Carlos casi siempre fallaba, o mejor dicho evitaba. Pero le gustaba esa versión de Emma, una en la que hablaba sin resentimientos como cuando hablaba con él, haciendo comentarios sarcásticos sobre su primer encuentro. Si algo había aprendido de Emma esos días es que era una persona muy resentida, perdona pero no olvida.
—No puedo creer que Lewis Hamilton agarró mí mano. —Repitio Emma por tercera vez en el viaje y por tercera vez consecutiva Carlos rodo los ojos.
Y también había aprendido que no le importaba otra cosa que no sea haber conocido a Lewis Hamilton.
—Yo agarro tu mano casi todo el tiempo.
El resoplido de Carlos se le hizo tan infantil a Emma que soltó una carcajada.
—¿Que te pasa? ¿Estás celoso?
—¿Por qué estaria celoso? —pregunto con una sonrisa forzada. —Yo no estoy celoso de que estés más emocionada porque Lewis agarró tu mano a qué por dormir a mí lado todas las noches. Es ridículo.
Cada palabra que salía de la boca de Carlos pisaba a la anterior, todas mentiras. Estaba celoso, demasiado, es decir, él también agarraba su mano, le daba el desayuno en las mañanas, le había regalado bonitos vestidos y hasta la había abrazo una sola vez al dormir, pero eso no le importaba, a Emma solo le importaba que Lewis había agarrado su mano al despedirse.
Emma volvió a reír mientras bajaba del auto al llegar al hotel. El evento sin dudas había consumido un poco de su energía, pero sabía que al apoyar su cuerpo en la cama cualquier señal de sueño se iría de su cuerpo.
—Ire a cambiarme en el baño. —Aviso ella agarrando su pijama.
Carlos la vio sentado desde la cama caminando hasta el baño y una vez que ella se encerró, soltó un suspiro dejándose caer de espaldas a la cama tapando su rostro. No entendía la razón, pero su corazón latía como loco cada que la veía hacer algo tan cotidiano como caminar por la habitación, casi sin creer que una mujer como ella existiera y que encima estuvieran en el mismo espacio.
—Solo respira Carlos. —murmuro para si mismo y un suspiro después se dispuso a cambiarse.
Para cuando Emma salió del baño, Carlos todavía se seguía cambiando. La castaña aparto la vista rápidamente al verlo sin remera y se sentó de espaldas a él en el sillón de la mini sala que tenía la habitación. Carlos solo la vio rápidamente antes de ponerse su remera y aguantar su risa ante la expresión algo avergonzada de Emma.
