ꨄ︎| Capitulo 6

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ꨄ︎|Nexos con los Martinelli

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Katherina

—Estoy agotado —dijo Matt, dejándose caer en la silla de mi oficina como si le pesaran toneladas encima. Sus ojos estaban ligeramente enrojecidos por la falta de sueño y tenía una sombra de barba que solía afeitarse cada mañana—. Si vuelvo a oír las palabras "centro de mesa", "damas de honor" o "ensayo general", juro que me voy a Canadá.

Le di un vistazo mientras estaba sentado frente a mí. Mi oficina era grande pero acogedora, con un escritorio de madera oscura, una estantería llena de códigos legales y una mini sala en el centro.

Matt estaba tan cansado que su camisa arrugada no era habitual en él. Pero después de dos días de ayudar a nuestra amiga Nerea con sus preparativos de compromiso, yo también me sentía a punto de perder la paciencia.

—Tienes suerte —respondí, organizando algunos documentos en mi escritorio—. Yo soy la madrina de la boda. No puedo escaparme tan fácilmente como tú.

Soltó un suspiro largo y profundo, recostando la cabeza en el respaldo de la silla.

—Me pregunto si este estrés es una señal de que nosotros jamás deberíamos casarnos —dijo, medio en broma—. Creo que prefiero ser el amigo soltero que viene a la fiesta con un regalo de última hora.

Solté una carcajada, pero a la vez entendía perfectamente lo que decía. Nere había estado tan estresada que su entusiasmo por la boda y la fiesta de compromiso se había convertido en un aluvión de listas, llamadas telefónicas y mensajes de emergencia en pleno fin de semana. Yo también me había visto obligada a seguir su ritmo para no dejarla sola en este lío.

—No sé cómo alguien puede querer pasar por todo esto solo por una fiesta —dije, frotándome las sienes para aliviar la tensión—. Si alguna vez tengo una boda, será en el juzgado con un par de testigos y una pizza para celebrarlo.

—Ya ibas a tener una ¿Lo recuerdas? —bromea— Aunque no te recuerdo tan emocionada como Nerea.

—Es que no me sentía como ella lo describe.

Creo que empiezo a aceptar mi rompimiento con Sebastián, no en su totalidad, pero un paso a la vez. También estoy aprendiendo a separar la situación actual de mi desastrosa relación.

Matt sonrió, pero aún tenía esa mirada de cansancio que todos hemos tenido después de un fin de semana agotador.

—No es la fiesta lo que cansa, sino todo el drama que viene con ella —respondió, alzando la mirada hacia el techo—. Tuve que mediar entre Nerea y su madre porque no se ponían de acuerdo en el menú. ¿Quién sabía que escoger entre pollo y pescado podría ser un conflicto tan grande?

—Es lo que pasa cuando las emociones están a flor de piel —contesté, recordando el pequeño caos que se había desatado cuando Nerea descubrió que su madre había cambiado las flores sin decírselo—. Y cuando tienes un ejército de damas de honor, parece que cada decisión se convierte en una batalla.

—¿Cómo alguien puede casarse con una persona que conoce hace seis meses? —pregunta.

—Amor a primera cogida. —digo.

A pesar del cansancio, era agradable tener esta clase de charlas con él, recordando que a veces el estrés compartido era un poco más fácil de manejar.

—A veces me pregunto por qué hacemos esto por nuestros amigos —dijo, alzando una ceja—. Luego recuerdo que si no lo hiciéramos, probablemente se volverían locos y terminarían arrastrándonos con ellos.

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