ꨄ︎| Capitulo 15

16 1 0
                                    

ꨄ︎| Lazos peligrosos


ꨄ︎


Katherina...

El frío de la habitación me envuelve, sacándome lentamente del sueño como una bofetada inesperada. Mis ojos se abren con lentitud, pesados por la resaca de la noche anterior. Mi mente es un campo de batalla entre la neblina de la confusión y la realidad que comienza a filtrarse. Parpadeo, intentando entender el entorno que me rodea. Esta no es mi cama, no es mi habitación. Las sábanas son más suaves, el colchón más firme. El espacio es más amplio, más lujoso, con muebles que claramente no pertenecen a mi departamento.

Trato de levantarme, pero la sensación de desorientación me invade. No tengo idea de cómo terminé aquí. A medida que mi mente trata de reconstruir los eventos de la noche anterior, oigo un sonido suave pero inconfundible: ronquidos.

Mi corazón da un brinco y, alarmada, me giro bruscamente, perdiendo el equilibrio y cayendo de culo al suelo. El impacto es doloroso, pero lo que veo es aún más impactante: el italiano, Alessandro Ferrer, yace completamente desnudo en la cama, durmiendo plácidamente como si el mundo fuera suyo. Mi respiración se detiene mientras lo observo; su cabello negro desordenado cae sobre su frente y noto, por primera vez, las pequeñas pecas que adornan su rostro. No puedo evitar detenerme a observar esos detalles, hasta que la jaqueca golpea de nuevo, recordándome la realidad.

No puedo seguir aquí. La situación es demasiado comprometedora, incluso para mí. Tengo que salir antes de que se despierte, antes de que abra esos ojos oscuros llenos de arrogancia y me suelte algún comentario mordaz.

Me pongo de pie con dificultad, tratando de mantener el equilibrio. Busco a tientas mi ropa, que parece estar regada por toda la habitación, como un mapa de la noche anterior que mi cerebro aún no ha logrado descifrar. Encuentro mi vestido tirado sobre una lámpara, pero… mis bragas. ¿Dónde diablos están mis bragas?

Me doy cuenta de que mis bragas están desaparecidas. Busco en los rincones, debajo de la cama, entre las sábanas… Nada. Me muerdo el labio inferior con frustración.

"Genial. Perfecto." Susurro entre dientes.

Decido que el baño es el lugar más probable para encontrar el resto de mi dignidad. Cruzo la habitación a toda prisa, intentando no hacer ruido, y abro la puerta del baño. Al mirarme al espejo, casi no me reconozco. Mis labios están hinchados, mi cabello, una maraña desordenada, y marcas… marcas rojas en mi cuello, en mi clavícula, en mi cintura..

Mi piel está marcada con una serie de mordiscos y chupetones, todos ellos distribuidos en lugares que sé perfectamente que son obra del italiano. Cierro los ojos con fuerza, intentando bloquear las imágenes que empiezan a inundar mi mente: su boca en mi piel, su risa baja y arrogante, la forma en que me sostenía como si tuviera todo el derecho del mundo. Cierro los ojos por un momento, sintiendo una mezcla de vergüenza y rabia.

"¿Qué estabas pensando, Katherina? ¿En qué estabas pensando?"

En tener el mejor sexo del mundo.

El dolor en mis piernas es un testimonio del caos que fue la noche. Mi memoria es una niebla difusa de luces, música alta, su cuerpo cerca del mío en la discoteca, sus manos envolviendo mi cintura con posesividad. No quiero recordar más, pero las imágenes me asaltan sin piedad: nuestros cuerpos entrelazados en la habitación del hotel, el calor y la urgencia en cada toque, en cada momento.

"Maldita sea", susurro para mí misma.

Me obligo a abrir los ojos y centrarme en lo importante: salir de aquí sin más humillaciones. De repente, oigo el sonido de la cama moviéndose, y mi corazón se acelera. Alessandro está empezando a despertar. Ni muerta me quedo aquí para su usual juego de sarcasmo. Salgo del baño rápidamente, asegurándome de que al menos llevo el resto de mi ropa puesta, y corro hacia la puerta.

PECADO ORIGINAL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora