ꨄ︎| Capitulo 9

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ꨄ︎| En picada al infierno


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Katherina

Había pasado poco más de una semana desde el ataque en Nueva Orleans. Las secuelas físicas eran mínimas, pero las cicatrices emocionales todavía estaban frescas. Hoy, sin embargo, no había espacio para la vulnerabilidad.

En mi lujosa sala de juntas, rodeada de paneles de caoba y ventanas que ofrecían una vista impresionante de la ciudad, me preparé para enfrentar al abogado de Dixon Valentino, el propietario del Internacional Valentino Bank.

Nunca hubiera imaginado que el hombre al otro lado de la mesa sería Raegan Barbieri, un amigo cercano desde los días de la facultad de derecho. No lo había visto desde la noche del Orion’s Heaven, todavía tengo muchas dudas de lo extraña que fue la situación aquella noche.

Raegan y yo habíamos estado discutiendo los temas legales durante más de una hora. La atmósfera era tensa, cargada de argumentos y contraargumentos. Tan innecesaria, ni Dixon ni Alessandro accedieron a venir, lo cual agradezco, su personalidad no iba a tolerar está puta reunión.

—Raegan, sabes que las pruebas son contundentes —dije, con un tono firme y seguro—. Valentino ha desfalcado masivamente a Ferrer, y tenemos toda la documentación necesaria para probarlo en la corte.

Raegan suspiró, ajustando sus gafas antes de responder. Había una dureza en sus ojos que no recordaba desde nuestros días de estudio juntos.

—Kate, esto no es tan simple. Dixon niega todas las acusaciones, y tenemos motivos para creer que las pruebas que presentas han sido manipuladas. Vamos a contrademandar por falsas acusaciones y daños morales y perjuicios.

Su declaración me hizo fruncir el ceño. ¿Realmente pensaba que podría ganar esta batalla en su propio terreno?

—¿Contrademandar? —repliqué con una sonrisa sarcástica—. ¿Realmente crees que eso va a funcionar, Raegan? Alessandro Ferrer ha sido un cliente ejemplar, y tiene los mejores expertos financieros a su disposición. No podrás desviar la atención de lo que realmente importa aquí.

Me burlo de mí misma

Me siento la persona más estúpida e hipócrita al decir que Alessandro Ferrer es un tipo ejemplar.

Raegan se inclinó hacia adelante, apoyando sus codos en la mesa. Había una intensidad en su mirada que era difícil de ignorar.

—Lo que me sorprende, Kate, es que estés defendiendo a Ferrer. No es el tipo de cliente que acostumbras a representar. ¿Qué pasó con tu aversión a los play boy de dudosa reputación?

Me mordí el labio, considerando mi respuesta. Alessandro Ferrer no era solo un cliente; era un hombre que me excitaba y me atraía en muchos sentidos. Pero Raegan no necesitaba saber eso.

—Las cosas cambian, Raegan. Las personas cambian. Ferrer merece justicia, y voy a asegurarme de que la obtenga.

—Eso está por verse —replicó, volviendo a recostarse en su silla—. De todos modos, tenemos que discutir los temas legales específicos para el juicio. ¿Por dónde quieres empezar?

Abrí mi carpeta y desplegué los documentos sobre la mesa. Sabía que esta sería una batalla larga y agotadora, pero no estaba dispuesta a retroceder ni un centímetro.

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