ꨄ︎| Capitulo 14

25 1 0
                                    

ꨄ︎| Trato Hecho

ꨄ︎ 


Alessandro...

Es fascinante cómo la gente cree que puede desafiarme. Estoy de pie, en el centro de la lujosa oficina de Luciana, observando con desprecio cada detalle de la decoración. Su intento de intimidación me resulta patético. Las paredes de mármol, el arte moderno colgado de manera estratégica, y el aroma de un perfume caro en el aire. Todo esto no es más que un teatro.  

El ambiente sigue cargado, pero ahora, en lugar de la autoridad intimidante de Lucian, se siente una mezcla de incertidumbre y ambición que parece palparse en el aire. Luciana, sentada detrás de un escritorio adornado con el mismo lujo que caracterizaba a su padre, se ha hecho cargo de los negocios ilegales maquillados de legales que él solía manejar. 

La observo mientras examina documentos y realiza llamadas con una eficiencia fría. Su cabello oscuro y su elegancia siguen intactos, pero su mirada refleja una determinación nueva. Es fascinante, en su propia manera desalentadora, ver cómo alguien puede transformarse en un jugador tan calculador en el mismo tablero en el que su padre solía jugar. 

—Así que, finalmente has decidido tomar las riendas. —digo con un tono irónico, intentando desviar la atención del hecho de que no estoy particularmente encantado con el cambio. 

Luciana levanta la vista, sus ojos verdes se clavan en los míos con una intensidad que, francamente, encuentro más que un poco tentadora. A diferencia de la abogada, los ojos de Luciana, reflejan maldad puro. Los de la abogada, pecado disfrazado de inocencia.


—No tenía muchas opciones, ¿verdad? —responde con una frialdad calculada—. Aparte de que no veo por qué debería dejar que todo se desmorone solo porque papá se retiró. 

—No se retiró, está enjaulado por imbécil. —espeto. 

Me fulmina con la mirada mientras yo sonrió. Ambos sabemos que toda está mierda es un plan mediático para joder a mi abogada. 

—Alessandro… —advierte— Solo apoyo a papá, es lo que hace la familia. Además, no puedo solo ser tu sombra, no quiero quedar como la puta relacionista pública del todo poderoso Alessandro Ferrer.  

—Aja. La empoderada del año. —me burlo— Casi te creo. 

—Solo soy solidaria… 

Me recargo en el respaldo de la silla, observándola con una mezcla de desdén y curiosidad. Esta mujer tiene el mismo ADN que su padre, pero con una falta de tacto aún más refinada. 

—Claro —replico, con mi habitual sarcasmo—. Y qué mejor manera de seguir con el legado que haciendo que todo parezca legal. Es casi poético, si no fuera tan patético. 

Luciana arquea una ceja, claramente sin apreciar mi humor. 

—Lo que sea que pienses, Alessandro, este negocio necesita una dirección firme. Y tú sabes tan bien como yo que el negocio tiene que seguir, sin importar los sentimientos personales. 

Muevo las manos en un gesto que indica que la conversación es irrelevante. Estoy aquí por una razón, y no es para discutir la filosofía de Luciana sobre los negocios familiares. 

PECADO ORIGINAL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora