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Los hombres son como las ovejas

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Los hombres son como las ovejas. Donde va uno, los demás lo siguen.

Los días siguientes decidió pasárselo en su casa, estaba algo cansada, su hermano había tenido razón con respecto a lo del príncipe, que él mostrara interés en ella había hecho que los hombres de la ciudad la abrumaran más

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Los días siguientes decidió pasárselo en su casa, estaba algo cansada, su hermano había tenido razón con respecto a lo del príncipe, que él mostrara interés en ella había hecho que los hombres de la ciudad la abrumaran más.

—James — llama a uno de los sirvientes — ¿Sabes tocar algún instrumento?

—Bueno... sé tocar un poco el violín.

—Genial... ¿No has pensado en tomar clases? Seguro le iría muy bien.

—Bueno... tengo deberes aquí — dice el hombre.

— ¿Crees que puedas tocar algo para mí? — pregunta la chica enrollando la alfombra del salón principal — algo suave.

—Por supuesto, señorita — dice yendo a la esquina del salón donde varios instrumentos se encontraban.

El ballet era su danza favorita, la hacía recordar a su madre y lo hermosa que se veía al bailar, solía describirlo como las hojas del otoño cayendo suavemente, pero para Adeline el ballet era como el suave sonido de las olas del mar, incluso como los cálidos rayos del sol por la mañana calentándole las mejillas, o el sutil aroma de las flores, que, aunque le generaban cierto temor, no podía negar que eran hermosas.

Ser Feliz / Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora