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Probablemente, Adeline llevaba más de tres horas mirando el techo

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Probablemente, Adeline llevaba más de tres horas mirando el techo. Empezaba a memorizar los ángeles pintados y había tratado de mantener su concentración en eso, no quería llorar más.

Escuchó unos pasos pesados acercándose. Le pareció extraño porque hacía más de dos horas que no se escuchaba ruido. Dio un sobresalto cuando escuchó que la persona terminó en el suelo y se quedó quieta, preguntándose si debía salir o no.

Cuando se levantó, pudo escuchar cómo la persona trataba de levantarse. Al abrir la puerta, se encontró con Benedict en el suelo. Se quedó quieta un momento, tratando de procesar la imagen de Benedict en el suelo frente a su puerta. Parecía desorientado y cansado, como si hubiera estado luchando contra más que solo el alcohol.

Otra puerta se abrió.

—Por Dios —exclamó Colin al salir de su habitación, sin parecer sorprendido al ver a Adeline. Seguramente alguien lo había informado.

Benedict levantó la vista hacia ella, su expresión llena de tristeza. Intentó levantarse, pero sus movimientos eran torpes y lentos, claramente afectados por el alcohol.

—No te preocupes —le dice Colin—. Lo llevaré a su habitación.

Adeline solo asintió, viendo cómo Benedict se removía en los brazos de su hermano y balbuceaba en su dirección. Volvió a adentrarse en su habitación, tratando de sujetarse a todo lo que tuviera cerca para no tambalearse al caminar. Suspiró cuando volvió a estar en la cama. No durmió... tal vez solo lo hacía por breves minutos en toda la noche. Y por la mañana, el día estaba gris.

Adeline se levantó antes de las ocho. Se escuchaban leves ruidos de los sirvientes preparando todo para el nuevo día. Había estado evitando pensar en que se tendría que presentar ante la reina; la reina la aterraba.

Se cambió lo mejor que pudo y se miró al espejo por un minuto, tratando de verse lo mejor posible, pero era obvio que la falta de sueño se reflejaba en su rostro. Se permitió observar la habitación con más detenimiento; llevaba años sin estar allí.

—Qué lindas —dice al tomar una pequeña pintura que se encontraba en un tocador cerca de la cama y tenía algo escrito: "Te extrañamos, Addie". Eran flores azules. Adeline, de niña, estaba obsesionada con el significado de las flores, y la flor nomeolvides era la que estaba retratada en el cuadro. Simbolizaba los recuerdos y los amores eternos.

Recordaba el día en que su madre le había dicho que Benedict le había hecho un regalo, pero ella se había negado a recibirlo. Cuando estaba por dejar el cuadro en su lugar, notó algo en el tocador: una piedra. Eso hizo que una sutil sonrisa se posara en su boca. Era una piedra rosa en forma de corazón y se preguntó si Benedict seguía coleccionándolas. Sonrió más al pensar que Eloise seguramente diría que parecía una habichuela. La dejó exactamente de donde la había tomado y se dirigió a la puerta, aferrándose al marco cuando la abrió.

Ser Feliz / Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora