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Adeline estaba en su habitación mientras algunas sirvientas acomodaban su cama

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Adeline estaba en su habitación mientras algunas sirvientas acomodaban su cama. Había pasado una semana desde que despertó y comenzó su recuperación.

—G...a... —trató de hablar mientras veía la ventana. Un gato blanco con pequeñas manchas amarillas se asomaba, estaba parado en el pequeño borde que sobresalía. No era difícil estar ahí, ya que, por cuestiones de transporte, Adeline tuvo que ser movida al primer piso.

—Llegó hace un tiempo, junto con otro —dice una de las sirvientas—. Insiste en entrar todo el tiempo. ¿Quiere que lo deje pasar?

—Sí... —dice.

El gato entró y maulló mientras estiraba su cuerpo y, casi de inmediato, saltó al regazo de Adeline, quien no dudó en llevar su mano temblorosa hacia él.

—Uh... ha llegado el otro —en la ventana se veía otro gato, completamente negro, que hizo lo mismo que el primer gato.

—Parece que es de buen corazón —dice la otra sirvienta—. Los gatos sin hogar no suelen encariñarse, y menos tan rápido.

Ambos gatos estaban en sus piernas, ronroneando. Adeline no tenía mucha noción del tiempo, no sabía si había pasado solo una semana o todo un año desde que despertó, pero sabía una cosa: no había visto a su padre.

 Escuchaba a algunos sirvientes mencionar al duque, pero no lo había visto.

—Por la tarde fui a la mansión para visitar a Adeline —dice Colin entrando al salón, haciendo que Anthony levantara de inmediato la mirada del periódico

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—Por la tarde fui a la mansión para visitar a Adeline —dice Colin entrando al salón, haciendo que Anthony levantara de inmediato la mirada del periódico.

—¿Cómo está? —le pregunta, ya que normalmente nunca le decían nada sobre sus visitas a la mansión.

—Ese es el caso, hermano — se notaba preocupado—. Ella no está, y los sirvientes se negaron a decirme algo.

—¿Qué...?

—Debí haber ido la semana anterior.

—¿Ella despertó? —pregunta viendo a Benedict, quien peleaba con Hyacinth por un chocolate.

—Tú la ibas a ver todos los días —dice Colin.

—No lo sé —dice encogiéndose de hombros arrebatándole el dulce a su hermana—. Últimamente iba por las noches.

Ser Feliz / Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora