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Se sentía ligera por primera vez en días, era como si su corazón dejara de pesar

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Se sentía ligera por primera vez en días, era como si su corazón dejara de pesar. Tal vez era el mejor despertar de toda su vida, cuando abrió los ojos lo primero que vio fue el rostro de Benedict a algunos centímetros del de ella. El rostro de su prometido, aunque aún estaba algo oscuro afuera, pudo distinguir sus facciones a la perfección.

Levantó la mano para acariciarle la mejilla. Parecía dormir muy plácidamente.

—Qué guapo... —ni siquiera se dio cuenta de cuándo fue que la palabra salió de sus labios; si no hubiera sido por la sonrisa que se posó en la cara de él, tal vez no lo habría notado.

—Lo sé... —fue lo que le abrió los ojos mientras su sonrisa crecía.

—Eres un tra-nposo —le dice ella, tratando de huir de él cuando la abrazó.

—¿No puedo fingir estar dormido para saber lo que mi prometida dice?

—Tu prometida... —parecía que no se había tomado el tiempo para asimilar ese hecho.

—Mi prometida... —remite él—. Y lo que es más importante... yo seré tu esposo.

—Mi esposo...

—Completamente —la abrazó delicadamente—. Cada centímetro de mí ya te pertenece.

—No me ima-imagino a alguien me-jor que tú.

—¿Qué tan probable es que un hombre encuentre al amor de su vida? ¡Y ser correspondido además!

Se veía condenadamente feliz y no había forma en que ella no sintiera lo mismo. Sintiendo cómo la calidez de sus palabras la envolvía por completo.

—Ahora tengo ganas de llo-llorar —le dice, acariciándole la mejilla.

Benedict rió suavemente, tomando su mano y besándola con ternura.

—Son lágrimas de felicidad, ¿verdad? —ella sintió—. Entonces, llora cuanto quieras.

Adeline sonrió, sintiendo una paz que no había sentido en mucho tiempo.

—¿Quieres levantarte? —le pregunta él, y ella negó, abrazándolo con más fuerza.

—No, quiero quedarme así un po...co más —susurra, cerrando los ojos y disfrutando del calor de su abrazo.

Benedict sonrió, acariciando suavemente su cabello.

—Hoy es nuestra boda —dice, parecía no creerlo.

—Elena no tar...dará en venir a des-pertarme.

Ella no aparta la mirada de él; ya no tenía miedo de hablar, así que las palabras fluyeron.

—Mi padre me habló sobre... consumar el matrimoni-o.

Él parecía algo sorprendido, pero sonrió.

—Seguramente estaba temblando...

Ser Feliz / Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora