CAPÍTULO XVIII

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Al parecer, exhibirse de esa manera fue algo que terminó agradándole a Taehyung. Lo que comenzó como una idea de Jungkook para mantenerlo contento para apaciguar sus celos terminó volviéndose una de sus prácticas favoritas.

A veces reunía a los alfas fuera del jardín de Jungkook para que "los protegieran", pero era un pretexto para que los escucharan mientras tenían sexo al aire libre; otras los mandaba llamar fuera de su palacio personal para darles ordenes, pero el propósito era el mismo. Jungkook tuvo que soportar que Taehyung lo tomara en todo tipo de lugares públicos, como la biblioteca, el estanque e incluso un templo, siempre a puertas cerradas pero con una multitud que pudiera escucharlos.

—Estoy harto —lloró un día en el pecho de Namjoon—. Es tan descarado y desvergonzado, es humillante... no puedo más.

Namjoon se limitó a abrazarlo y lo dejó llorar en silencio, sin encontrar las palabras para reconfortarlo. Jungkook apenas había tenido el valor de mirarlo a la cara luego de que también fuese elegido para escuchar el acto en todas las ocasiones, pero no podía contener más su dolor solo, así que dejó su vergüenza de lado y lo buscó para obtener consuelo.

Los meses pasaron así, Jungkook intentó acostumbrarse, pero no pudo hacerlo por completo. Aunque sirvió para tener calmado a Taehyung, pues jamás volvió a sugerir el encerrarlo o cubrirlo, por el contrario, pareció muy contento con la idea que lo vieran. Presumía orgulloso la marca que hacía en su cuello, su piel llena de manchas rosáceas y sus dientes marcados en algunos puntos de su cuerpo.

Le gustaba presumir lo que tenía, lo que consideraba suyo para hacerle lo que quisiera.

Pero poco a poco eso dejó de ser suficiente, Taehyung volvió a poner sobre la mesa el hecho de que la gente lo observaba más de lo que debería, Jungkook ya no encontró una mejor manera de calmarlo, así que tuvo que hacer algo que no quería, pero parecía necesario.

Una tarde se reunió con Taehyung para comer en su jardín, desde ahí podía observar la construcción del templo en su honor. Esas construcciones le causaban sentimientos encontrados, amaba su jardín y era un refugio muy bueno, pero le recordaba todo el tiempo el amor enfermizo que su esposo le tenía; no le gustaba tener presente que Taehyung haría cualquier cosa por él.

—Lamento la demora, tuve que atender una audiencia de emergencia con un representante del pueblo —dijo Taehyung mientras avanzaba hacia él.

Jungkook no respondió de inmediato, se quedó unos momentos en silencio, después forzó una sonrisa para recibir a su esposo.

—Está bien, no tardaste mucho —respondió.

Taehyung tomó sus manos para besarlas con devoción, después estampó sus labios en un beso profundo, pero Jungkook no dejó que escalara a más, lo detuvo con un empuje ligero en el pecho.

—¿Podemos hablar? —pidió en voz baja.

—Claro, ¿de qué?

—Es un asunto muy importante.

—Bueno, supongo que debo ponerse serio.

—No, no demasiado.

—Dime, entonces, me empiezo a poner nervioso.

Jungkook tuvo que tomarse unos segundos, reprimió las ganas de llorar o el impulso de echarse para atrás, sujetó las manos de Taehyung para llevarlas a su cara y acariciarse.

Era una completa ironía que el hombre que más lo torturaba fuera también quién le daba calma. Su aroma tranquilizaba sus nervios, apaciguaba a su lobo, lo hacía sentir en paz.

—Mi amor, ¿qué pasa? —cuestionó Taehyung en un murmullo.

—Quiero renunciar al trono —soltó con las pocas fuerzas que logró reunir.

HE USED TO BE MINE (KTH&JJK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora