CAPÍTULO I

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Jungkook sintió los charcos que comenzaron a formarse bajo su cuerpo debido a la lluvia e ignoró, tanto como le fue posible, el agua helada que lo empapaba o el lodo que lo ensuciaba.

Se encontró a sí mismo tirado en el piso, lleno de lodo y completamente mojado; pero sin ganas de levantarse.

No quería irse de ahí, de su casa.

La que solía serlo, al menos.

Vivió en ese lugarcito durante sus primeros meses de matrimonio, cuando Taehyung no era nada más que su alfa.

Jungkook recordó lo feliz que era en ese tiempo.

Al casarse descubrió que en realidad le gustaba ser un esposo y señor de una casa, a su propio modo, al menos. Él y Taehyung limpiaban todo, no había servidumbre en su hogar; cocinaban juntos en la pequeña cocina que el alfa hizo, lavaban sus ropas en el río, cuidaban de su jardín y se quedaban juntos a leer o estudiar... vivían tan en paz.

Se abrazaban en las noches y hacían un montón de cosas que los demás se avergonzaban de escuchar. Jungkook le entregó su cuerpo a Taehyung tantas veces que no hubo un milímetro de su piel que no fuese profanado por la boca y las manos del alfa. Lo hacían en las noches, durante el amanecer, al pasear en el río o en cualquier momento que sus deseos les pidieran ser saciados.

Fueron meses hermosos, hasta que el otoño llegó y se robó su felicidad junto a las flores.

Una gota particularmente grande que cayó en su rostro y lo golpeó dolorosamente lo hizo volver a la realidad.

Su mirada estaba perdida, sin enfocarse en ningún lado, porque su mente se quedó en blanco ante la melancolía de los recuerdos.

No era normal o sano estar así de mal, pero ya no le importaba.

La piel se le erizó cuando sintió una conocida presencia acercarse a él, el olor del alfa inundó sus fosas nasales casi de inmediato y un paraguas detuvo las gotas que lo mojaban.

—Jungkook —llamó Taehyung—, ¿qué haces aquí?

Pero Jungkook no respondió, a pesar de que resultaba imposible ignorar al hombre tras él, eligió fingir que no le prestaba atención.

—Jungkook. —Taehyung hizo el amago de agacharse y tocarlo, pero se detuvo de golpe cuando la voz del omega se dejó escuchar.

—No —gruñó Jungkook al notar sus intenciones.

Y su lobo lloró dentro de él, anhelante por el toque de su alfa.

Estúpido animal.

Estúpido Jungkook que también lo deseaba.

Tenía frío, hambre y estaba a punto de entrar en celo. Quería que Taehyung lo tomara entre sus brazos cálidos, lo envolviera con amor, lo besara y le dijera palabras hermosas para consolarlo. Quería entregarse a él de nuevo, en cuerpo y alma.

Quería tanto ser suyo.

¿Pero cómo podría permitir que pusiera sobre su piel las mismas manos que tocaban a otros omegas? ¿Cómo sería capaz de recibir los besos de una boca ensuciada con la pasión de otros?

¿Cómo podía pertenecer a un alfa que no era suyo?

—Tenemos que irnos —murmuró Taehyung—. Vamos, Jungkook —ordenó al no ver intención alguna de levantarse por parte del omega.

—No —respondió Jungkook.

—No puedes quedarte aquí tirado como un loco.

Jungkook no pudo hablar, sus ojos se humedecieron y miró las gotas de lluvia que se intensificaron, al igual que el dolor en su pecho.

HE USED TO BE MINE (KTH&JJK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora