Quédate

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Autora: Kass Dragon LC.

Perfil: Kass_Dragon_LC

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— Quédate— la palabra salió de los labios del héroe casi como si fuera una orden mientras su cálida mano tomaba la muñeca fría del villano.

Los ojos miel lo miraban suplicantes, casi con una desesperación únicamente propia de quién conoce el dolor de estar a punto de perder el único amor que conoce; sintió su corazón doler y su mente le gritaba reclamando, lamentándose y odiando el momento en que aceptó el primer beso de esos dulces labios, uno que marcaría el inicio de ese mal chiste de amor, pues claramente ellos carecían del derecho a tener un "para siempre".

— Deja de insistir, si me quedo tendrás que matarme y no seré yo el causante de que manches tus manos— contestó mientras intentaba apartarse sin querer hacerlo realmente.

El héroe negó y lo jaló con algo de fuerza para atrapar entre sus manos la estrecha cintura cubierta por las prendas oscuras que el villano siempre usaba, esas que tanto le gustaban por la manera en que delineaba la fina silueta con la que fantaseaba.

— Si no puedo convencerte al menos concédeme el honor de un último baile a tu lado, como esos que teníamos bajo la lluvia nocturna— pidió en un desesperado acto por conseguir que se quedará a su lado, que le permitiera cumplir con lo que debía.

Se tensó al sentirlo tan cerca, había evitado a toda costa tocarlo pues se conocía y sabía que a pesar de todo era débil a su suave y cálido tacto; un sonrojo sutilmente invadió sus mejillas mientras intentaba apartarse, el héroe conociendo sus gestos presionó un poco su cintura dejando suaves caricias que erizaban la piel del villano.

— Un baile... Nada más un baile, después tengo que irme...

Cedió finalmente el villano antes de sentir como el héroe se acercaba a su rostro hasta casi rozar los labios contrarios, creando una ilusión cruel de un beso que nunca fue entregado, en su lugar se acercó a su oído y con un tono de voz demandante y serio repitió su orden anterior en un susurro que desarmó toda capacidad del villano para intentar alejarse. El héroe se apartó sutilmente dejando al villano hipnotizado con el elegante aroma a vino, una prueba de su vicio; se sujeto de su hombro mientras que sus manos libres se entrelazaron acoplándose entre sí de una manera tan única, demostrando nuevamente que eran el uno para el otro.

No tenían música, ninguna sola melodía que acompañará la danza que llevaban a cabo, un vaivén sutil y sensual en el que se movían de izquierda a derecha, una vuelta o dos seguidas de pasos de un lado a otro, los acercamientos que les permitían dejar roces que terminaban en sutiles caricias en el cuerpo contrario y traviesos besos fugaces, la mano del héroe acariciaba la cadera del villano, subiendo lentamente a su cintura y colgándose bajo el elegante chaleco, tanteando la piel fría con suavidad a la vez que lo acercaba a él, pegando el fino ser a su trabajado cuerpo, arrancando un suspiro del contrario quién débil ante su tacto se sentía derretir con cada caricia.

El villano más tímido que su amante, se sostenía de uno de sus hombros mientras que ladeó un poco su cabeza para recargarse en el hombro contrario permitiéndose percibir el embriagante aroma mientras que el héroe sabiendo que tenía la libertad aprovechó para besarle el cuello tomándose su tiempo para disfrutarlo, susurrando palabras dulces al oído, se separó un momento en el que el héroe soltó su mano para sostener el mentón de su amado villano, los ojos plateado y dorados se encontraron con los orbes miel en un momento único que les pertenecía, un instante fugaz en el que no eran el villano cruel que buscaba destruir el mundo ni el héroe bondadoso que lo salvaba con una sonrisa, ellos eran en ese momento solo dos amantes unidos por el deseo y la necesidad de estar juntos.

Su baile terminó con el héroe sosteniendo al villano, sonriendo con la cercanía de sus cuerpos, dos corazones que latían acelerados, el sonrojo notorio sobre la pálida piel en contraste a la calma con la que el héroe lo miraba, sonriendo gustoso por tenerlo tan cerca, sus respiraciones agitadas y sus rostros tan cerca que sentían el aliento contrario.

— Por favor no te vayas Atrión...— pidió una vez más el héroe, haciendo uso de uno de los muchos privilegios otorgados por el contrario como lo era conocer su nombre, para convencerlo de quedarse a su lado, rogando que aceptará pues al menos así podía protegerlo, podía quedarse con él.

El villano sumido en la intensidad del momento lo observó sintiendo lo que le decía tan lejano, dejándose llevar momentáneamente por el anhelo de su corazón, al menos hasta que su mente traicionera le recordó que no debía hacerlo, que debía irse.

Sin embargo no era capaz de decirle que lo haría, no se veía con la capacidad de romper la ilusión de los ojos contrarios y decirle que ese día era el fin de su para siempre, sabiendo que si se quedaba solo se harían más daño del que querían.

En un desesperado acto por preservar en su memoria ese momento de la mejor manera, eliminó la distancia que los separaba y unió sus labios en un beso cargado de todas las emociones que sentía al mismo tiempo que era ajeno a las mismas, dedicándose a disfrutar de los labios contrarios y su característico sabor a la bebida que amaba, llevó sus manos a las mejillas del héroe para acariciarlas sin querer que se separara, sintiendo como este soltaba su mentón para en su lugar comenzar a desabrocharle el chaleco de la gabardina que llevaba, esa que lo protegía de todos los ataques, esa que en cada encuentro con su amante terminaba tirada en algún rincón, lanzada como algo que solo les estorbaba.

Lo sintió acariciarle el cuello i a sus hombros como tantas veces lo había hecho, presionando un poco a veces a la par que dejaba suaves toques, delineando un camino que era enmarcado por las frías manos del que debería ser su enemigo, permitiendo que se deleitará él mismo recorriendo el torso del otro que para ese punto solo era protegido por la fina tela de su playera de red, permitiendo que lo acariciara con el cariño necesario para hacerlo soltar otro suspiro que fue atrapado por el beso.

Los orbes heterocromáticos del villano se cerraron permitiendo que se sumergiera en el momento que poco a poco abandonaba todo rastro de dulzura a la par que subía su intensidad, los orbes miel no tardaron en seguirles el ejemplo privándolo momentáneamente del gozo de apreciar el hermoso y sonrojado rostro, quedando completamente vulnerable ante el villano que había capturado su corazón, el único al que le permitiría destruirlo sin importarle que se le fuera la vida en eso, aquel al que amaba tanto para pensar en abandonar su deber y escapar a su lado dispuestos a vivir una vida libres de toda carga generada por sus roles en esa cruel sociedad que los obligaba a luchar.

En ese momento solo eran ellos, no había nada más, no necesitaban nada más, solo la cercanía y calor contrarios, teniendo un momento tan único que abruptamente fue interrumpido por la crueldad de la situación que vivían fuera de esa habitación que tantas noches de pasión había presenciado.

Una daga que atravesaba el pecho de su amante, una daga regalada como muestra de su eterno pero trágico amor que en ese momento se encontraba manchada por la tinta carmesí que marcaba el final de su historia o al menos de la de uno de ellos, los ojos sorprendidos que se abrieron tras separarse del beso, encontrándose con la mirada fría del que alguna vez dijo amarlo más que a nadie, un gesto de dolor que era recibido por la faceta más indiferente posible mientras que sus manos abandonaron los hombros contrarios para ir a la herida sangrante en su pecho. Sentimientos confusos que se mezclaban de una manera difícil de entender, el dolor de la traición adornado con el miedo a morir y finalmente envueltos por el amor que se rompía conforme su vida abandonaba su pálido y frío cuerpo.

— Lux...— Murmuró el villano con la voz temblorosa, lágrimas en sus ojos y una sonrisa en su rostro antes volverse a sujetar de sus hombros, no le pregunto el motivo, no cuestionó lo que significaba, simplemente llevo una de sus manos manchadas de sangre a la mejilla acaramelada de su eterno amor mientras sonreía, entregándole su vil vida sin detenerse a pensar en el motivo de esta traición, finalizando su existencia con las palabras que marcarían de por vida al héroe, esas que juraron nunca dedicarse para no cargar con el peso de ellas— Te amo...

Con todos lo sentidos. RelatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora