Mezcal

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¿Te acuerdas de la fiesta del sureste?
Después de haber vivido una travesía desde mis montañas para descender a las tierras juchitecas mediante apariciones místicas y llegar a Arriaga, seguí los caminos necesarios para descansar de la cotidianeidad. Era un vagabundo andando en tus tierras, quería volar por los cielos de Guatemala y perderme entre la selva que arrulla a tus compatriotas. Así fue como llegué a Tapachula, y me encontré con la fiesta del sureste. Me preocupé demasiado porque no conocía a nadie, era un forastero tratando de habitar nuevas arquitecturas. Dormí en el paraíso perdido de mi admiración una noche y en ese sueño viví una fiesta del sureste ideal.
A las cuatro de la mañana tus cielos me despertaron para caminar al mercado central, estaba totalmente involucrado con la realización de tan magnífica fiesta. Compré lo necesario y regresé a los tuyos para darle cuerpo al evento. No tenía la más mínima idea de tu existencia. Ni siquiera sabía que eras mi vecino, estaba errante durmiendo en alucinaciones. Recuerdo que te conocí haciendo adornos de papel para la decoración y quedé prendado de tu esencia. Los calores de tu tierra me hicieron querer desnudarme y salir a las calles como los hombres de tu territorio, pero mi pudor era demasiado, estaba impedido para hacerlo.
Después de vivir un recorrido por las avenidas más interesantes, hice mi entrada triunfal en mi ansiada fiesta del sureste. Ví tu llegada momentos después. Lucias una camisa de lino azul rey magnífica, un tono tan puro como la profundidad del océano. Adornaba tu rostro una sonrisa de marfil llena de seducción. Cruzamos las miradas y algo se dijeron.
De los valles de Antequera traje el dulce néctar de mi tierra, la bebida predilecta de los dioses atemporales, el amado elixir de los paladares divinos. Llamé tu atención con las copas que sostenían mis manos para repartir de mi bota de cuero las gotas de agave y llegaste a mi encuentro:
– Hola. ¿Qué es lo que llevas en la bota?
– Llevo mezcal. Es de excelente calidad, traído de las montañas oaxaqueñas, ¿Gustas una copa?
– Está bien.
Y mientras te servi la copa te expliqué paso a paso el proceso de elaboración del mezcal, desde la siembra de la planta hasta su última fermentación del cuál termina surgiendo el adorado licor del que he sido admirador y amante. Me dijiste que tenía notas dulces y querías otra.
Te lo advertí, al mezcal y al amor hay que tenerle respeto. Tomaste rápidamente las copas y pronto te sentiste en el limbo. El ritmo de las marimbas encendió la noche y bailamos. Cuánta cadencia tenías en el cuerpo, el alma la llevabas encendida por el fuego abrasador que mi toque y mi jugo de magueyito provocaron en ti. Nos apartamos del lugar y en una banca me pediste descansar. Estabas perdiendo los sentidos y me ofrecí a llevarte a casa. De camino tus manos jugaban timidamente con los botones de mi camisa y la piel de mi pecho. Los calores chiapanecos hicieron lo suyo y al llegar a tu recámara, sin nadie en la vivienda, decidiste besarme. Correspondí a tus besos y de a poco las prendas formaban un tapete en el suelo.
El mezcal es delicioso, pero de tus labios era definitivamente otra cosa. ¿Me creerías si te digo que todo lo que planeé para tenerte a mi lado, en tu cama, salió a la perfección? ¿Me creerías si te digo que me obsesioné contigo? ¿Qué encontré los oros que buscaba en tus minas? Supe que había alguien más que esperaba por tus besos, pero esa noche eran solo míos. Nos tatuamos las pieles con las marcas salvajes de nuestros labios y la pasión divina nos hechizó con el encanto de mi pócima mágica.
Supe que en este mundo de estafadores, nosotros fuimos estafados con lo que nació esa noche, y he pagado por ello. Aún así, nada me importa. No me arrepiento y siempre que puedo, navego hasta nuestras remembranzas de octubre. Espero que tú también recuerdes mi cuerpo y te relamas los labios al pensar en aquel mezcal que nos llevó a la cima de la aventura peligrosa.

 Espero que tú también recuerdes mi cuerpo y te relamas los labios al pensar en aquel mezcal que nos llevó a la cima de la aventura peligrosa

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Una mariposa que nació en Ontario (SEGUNDA PARTE: CRISÁLIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora