Intermedio: Mercado

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Cuatro de la mañana. La frescura de la madrugada por las calles de Tapachula nos acarician mientras vamos al mercado. Haremos las compras necesarias para la fiesta del sureste. Llegamos para ser de las primeras personas que caminen por las naves.
Carne de res. El joven que nos atiende escucha canciones divinas y estoy ocupado contemplando sus manos con el cuchillo, cortando piezas.
Frutas y verduras. Navegamos entre la frescura de las legumbres y nos perdemos en aromas, mientras los chicos fuertes cargan sacos de papas en sus establecimientos.
Semillas. Los sacos se vacían de a poco para ser llenados nuevamente de infinitos granos traídos de arados campos acariciados por el sol de julio. Manos navegan entre los mares ocres y carmesis, para pesar un poco de su infinitud en una báscula metálica.
Especias. Le damos el sabor a los guisados con pizcas de amor y hojas aromáticas de felicidad. Olorosas vidas han sido sazonadas con los condimentos del amor.
Panes. Las hojaldras y las conchas despiden fragantes aromas de anís y mieles, brindando enormes caricias en el interior de los estómagos vacíos. Divinos hombres cargan en sus hombros los canastos llenos de piezas finamente elaboradas, los granos del azúcar morena brillan en su superficie dorada.
La fiesta del sureste será una convivencia nueva para mí, en tierras desconocidas. No sé qué me esperará en estos amados territorios de mi admiración, pero me dejaré moldear al tacto de bellas personas.

 No sé qué me esperará en estos amados territorios de mi admiración, pero me dejaré moldear al tacto de bellas personas

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Una mariposa que nació en Ontario (SEGUNDA PARTE: CRISÁLIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora