XVIII

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Hanbin observaba alrededor de la casa, se sorprendió al ver que sólo había una habitación y un sólo baño, todas las cosas estaban juntas, la lavandería estaba al lado de la cocina en un pequeño espacio, y el televisor no era tan grande.

—¿Tienes agua caliente? —preguntó observando la ducha

—No

—¡¿No?! —abrió los ojos enormemente —¿y cómo te bañas?

—Con agua fría cuando estoy muy apurado, pero si me sobra más tiempo me baño con agua hervida —sonrió

—¿He-hervida?

—Sí, caliento agua en una olla y la pongo en una tina, si está muy caliente la combino con agua de la ducha

—Oh... eso es muy inteligente

—Ya está la comida, ven

El pelinegro se acercó y se sentó en la pequeña mesa escuchando la silla rechinar. Probó la comida masticando gustoso el arroz y el kimchi.

—Esto es delicioso —mencionó Hanbin emocionado —espero disfrutar de tu comida en mi última estadía en Corea

—¿Ya te vas?

—Pasado mañana, por la tarde, tengo que estar en el aeropuerto desde la mañana

—Oh... —bajó la mirada hacia la comida —deberías abrigarte, debe estar haciendo frío por estas fechas

—Creo que Estados Unidos tiene las mismas estaciones que nosotros —rió —supongo que no estará tan mal... aunque... el horario si es muy diferente, te escribiré cuando estés despierto

—.... —el castaño volvió su mirada a la comida, estaba evitando derramar alguna lágrima delante de él, no quería que lo viera de esa forma y se sintiera triste por irse

—¿Hao? —frunció el ceño —¿por qué te pusiste así?

—Eh... no, no es nada, sígueme hablando —trató de disimular pero sus ojos llorosos lo delataban

—Es porque me voy, ¿verdad? —apenas dijo eso, el contrario se quedó paralizado levantando la mirada hacia él dando a entender que estaba en lo correcto

—Lo siento, no quería que pensaras eso, en verdad estoy feliz por ti, puedes tener un buen futuro, después de todo aquí no tienes nada que hacer...

—¿Quisieras venir conmigo?

—¡No! —se exaltó por tal propuesta —no, yo... no sé inglés y mucho menos estaría ahí para incomodarte, no encajo ahí...

Hanbin se quedó en silencio dejando sonar de fondo el sonido de las cucharas. Después de todo, era la decisión de Hao y no podía obligarlo a seguirlo si no quería. Aunque en lo más profundo de su corazón deseaba que fuera con él.

...

—Ahora que yo cociné, te toca lavar los platos —mencionó el castaño con una enorme sonrisa

—¿La-lavar?, no sé lavar

—¿Nunca has lavado un plato en tu vida?

—Normalmente la recepción de mi departamento me entrega la comida y luego se llevan los platos

—Entonces yo te enseñaré a lavar —sonrió

El pelinegro accedió y sintió el agua fría recorriendo su piel, incluso se le hacía muy curioso el color verde del lavavajillas. Era interesante y rústico, aunque también divertido cuando abrió el caño más de lo debido y y terminó empapando un poco de su ropa.

—Te ves adorable —mencionó el castaño y el contrario sonrió

—Pensé que sería muy difícil pero es muy práctico

—Ya puedes ir a restaurantes a trabajar como lavador de platos

—¿Apoco pagan por lavar platos?

—Claro que sí, una vez conseguí un trabajo como ese, aunque no me fue muy bien, no me pagaron lo que prometieron así que a la semana me salí

El pelinegro se quedó observando unos segundos a Hao sintiendo tristeza por toda la vida que tiene. Le rodeó la cintura y empezó a dejar besos en todo su rostro.

—Sabes... sino fuera por ti, estaría ahora en la misma mierda... gracias por existir

—Gracias a ti dejarme estar tanto tiempo contigo, fue mucho más de lo que esperé

—¿Y cuánto esperabas?

—A qué sólo sea una noche... aunque luego quería más, pero estoy conforme con eso

—¿Quieres pasar una última noche conmigo por dinero?

—¿Quieres que sea tu prostituta? —dijo en tono burlón

—Si quieres llamarte así no me importa —se acercó a su cuello lamiéndolo y dejando una gran marca —esto es para que te acuerdes de mí luego de que vaya

—Mgh...

—Asegúrate de terminar tus estudios e ir a una buena universidad, ¿sí?, no descuides tus comidas y no te mates trabajando tanto, dentro de dos días mi departamento será tuyo, y no tendrás que preocuparte por los gastos de agua, luz o mantenimiento ya que de todo eso se hace cargo la recepción

—¿Ha...hablas en serio? —Hao se quedó con los ojos más que abiertos, estaba anonadado

—Claro que sí, todo lo que quiero es que estés cómodo y feliz, todas las cosas del departamento las dejaré para que tu las uses

—Hanbin...

—A cambio de que pases una última noche conmigo justo ahora...

—Cla-claro que sí —lo abrazó fuertemente empezando a llorar —gracias... en serio... gracias...

Si iba a irse de Corea, no se sentiría bien al saber que Hao estaría viviendo la misma vida de siempre, al menos se la quería facilitar un poco, era lo mínimo que podía hacer después de los últimos meses en el que Hao le devolvió los colores a su vida.

Antes de comenzar con la que vendría a ser su última noche, Hanbin prendió un par de velas y puso una canción romántica en su celular.

—Siempre quise bailar esto com alguien —le extendió su mano —¿te gustaría...?

—¡Claro que sí!

Tomó su mano y ambos comenzaron a moverse al ritmo de la balada de amor, se veían mutuamente con sutiles lágrimas en los ojos, pero aún así sonreían, con la esperanza de que hubiera más noches como esta.

—Vamos a tu habitación

El castaño caminó detrás de Hanbin entrando al cuarto y cerrando la puerta, el pelinegro miró alrededor viendo lo pequeña que era la pieza.

—¿No te molesta que sea tan estrecho?

—Lo he hecho en lugares más pequeños, claro que no me molesta —mencionó y Hao rodó los ojos soltando una sonrisa

—Idiota...

Tough Love | HaobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora