MEDIO CORÁZON DE LUZ

II

Sí, esa noche comenzó todo.

¡Y eh aquí el testimonio de las verdades ocultas que me fueron reveladas después de ese comienzo! Muchas de las que incluso grandes sabios antes de mi ya conocían, pero quienes habían decidido, fuera por temor u orgullo, guardarlas secretamente en sepulcral silencio propio, obedeciendo a la naturaleza reservada de los magos del recinto. Más sin embargo y a diferencia de aquellos, yo no obedezco a esa magia ni a sus designios. En cambio, mi corazón y mi magia del aire libre pujan por ser compartidas con la sabiduría de todas las cosas y criaturas. Por eso mi boca no se cierra ni mi lengua se detiene a menos que el silencio sea un secreto requerido y, por el contrario, desesperan mis palabras para que la verdad sea regada y el derecho a la sabiduría sea lo único igual entre las criaturas. 

Por esa razón entrego todo cuánto sé ahora. Todo el conocimiento de un príncipe de costumbres campesinas—quizás incluso mas campesino que príncipe—, quien en calidad de archimago conoció a uno más sabio que él. Así pues, presento ahora la magia que me fue revelada por aquel maestro. 

Atiéndase bien entonces si se gusta atender la verdad, porque así fue, es y será por siempre en la línea infinita y circular del tiempo.

Aquella noche en que conocí a mi maestro, por ejemplo, el destino no la escogió por casualidad. Porque mucho tuvo que pasar para que se encaminara en un cause que, al final, me llevaran a mi y a él a reunirnos en el mismo lugar, y en el mismo tiempo.

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Yo no viví los primeros días del mundo ni mucho menos los inmediatamente siguientes, en cambio, tendrían que pasar eones antes de que mi corazón bombera los primeros hilos de sangre por mis venas y, pese a mi menospreciada juventud, por esas mismas venas corre sangre tan antigua como la del principio del tiempo.

Muchos eones desde la creación, tanto los de los tiempos de los dioses como después, con los tiempos de la sangre; todo aquello y más tuvo que pasar antes de que se izarán nuestras propias banderas al viento y mucho después todavía, porque antes los primeros Alayaibos tuvimos que poner autoridad sobre la tierra, y nombrar a los hermanos y hermanas de mi casa, la casa Leor, como reyes y reinas. Y después, y solo después, tanto yo en forma de un pequeño recién nacido, como nuestra nacíon, abrimos los ojos por vez primera. Y pese a todo ese tiempo transcurrido antes de mi nacimiento y el de mi pueblo, en mis venas, y en las venas de nuestra lozana patria corre sangre tan antigua como la de los primeros días y la de los ancestros de los que descendemos. Con ella; con esa sangre, también fluye la herencia de sus conocimientos y magia entremezclados.

¡Es este el secreto de la poderosa magia de los Alayaibos! Somos hijos de la amalgama de la magia y la sangre de gente más antigua. Pueblos que juntos parieron una magia y una sangre poderosa y nueva... Una magia mestiza: la Magia alayaiba. Es esta misteriosa disciplina mágica y sus cifrados métodos la que, desde que me encontré desprendido del vientre de mi madre la reina Zilya, ha despertado toda mi curiosidad y fascinación, y la cual ha sido mi objeto de estudio convirtiéndola en mi ciencia por excelencia y aprendiendo a manipular las fuerzas fundamentales de la realidad a merced de mi propia fuerza y de mi espíritu.

Sin embargo, con todos mis cortos años de vida y estudios mágicos, nada me advirtió sobre el arduo camino que debería recorrer para aprender el ejercicio de algo más. Una magia incluso más elevada y primigenia que la de mi propio pueblo. Una que me sería instruida por alguien más grande que yo, y, de la cual, cedo sus secretos en este códice.