XXI

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Siete días y algo más nos tomó al concejo y a mí planear todo lo que se haría antes de mandar a Varyn con una pequeña tropa de veinticinco soldados a las inmediaciones entre las planicies de Niera— donde se encontraba la ciudad de Casamarilla—y la selva de Thanuban. El plan era simple en teoría, pero terriblemente dificultoso en su ejecución. Varyn supo que, lo mejor, era no llegar de improviso y sin anunciar porque, aunque si bien no habiamos tenido ningun contacto con los de los hijos norte y nuestra primera visita se haría tentando el territorio a ciegas, lo mejor debía ser que, en lo que se avanzara, se dejaran señales que alertaran intencionalmente a los del norte de la presencia de los expedicionarios en la selva, de manera que ningún primer encuentro con estos fuera demasiado sorpresivo para ninguno de los dos bandos, y asi, evitar incidentes violentos. Para esto, le enseñé a Varyn un hechizo sencillo desde el cual debía conjurar una pequeña flama roja que, una vez lanzada, estallaría en los aires con intenso fulgor. Cada cierto tiempo durante el recorrido, Varyn haría el encantamiento a fin de que, si los hijos del norte o los pobladores locales la veían, supieran que alguien se acercaba a los territorios que ocupaban.

La segunda sugerencia la hizo Elyria, quien le aconsejaría a Varyn que, durante el trayecto, le hablara a cualquier animal o planta que se encontrara en el camino pidiéndoles que avisaran a los hijos del norte de su presencia y les solicitaran recibirlos en paz. Dado que, si había en el universo una magia poderosa, esa era la palabra— cosa que Elyria sabía muy bien. La tercera estrategia provino de Thalios, su hermano, el cual propuso que, también mientras caminara, Varyan debía dejar pliegos de pergaminos escritos por él y, los cuales, ella tendría que amarrar en el tronco de los árboles cada tanto, en cuanto a que estos contendrían mensajes en el lenguaje de los locales, ese que, además, Thalios conocía muy bien; esa lengua y muchas otras porque aquel joven había se había dedicado al estudio de los muchos dialectos del continente.

Ahora bien, si con el favor de los dioses Varyn lograba llegar sana y salva a la oculta ciudad base de los hijos del norte en la selva, entonces sería mejor que ella no llegara con las manos vacías. Pensando en eso, Arwen paso toda la semana construyendo su más complejo y tecnificado autómata hasta entonces: una especie de drago de metal, no más grande que una oveja, a fin de poder ser transportado por la selva con facilidad si hacer demasiada carga, pero de un ingenio tal que, cuando Arwen hizo su demostración frente a todos, dándole vida mientras vertía en la boca de la máquina una especie de verdoso fuego alquímico, todos, especialmente el joven de ojos dorados, quedamos boquiabiertos al ver volar aquella rara y brillante unión de engranajes; agitando sus alas metálicas en el cielo y escupiendo una potente llamarada color esmeralda. Tal rareza serviría, sin lugar a dudas, como una inigualable ofrenda que mostrara ante los hijos del norte nuestra buena voluntad.

Todos estuvimos de acuerdo con lo pactado y, a su vez, se dotó a Varyn de los equipamientos necesarios para la misión que, calculábamos, duraría más o menos dieciséis días de ida, y otros dieciséis más de vuelta a Casamarilla. Lo que sería, en total, más de un mes dentro de la espesa e inexplorada selva de Thanuban.

MEDIO CORÁZON DE LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora