Nanami dormía tranquilamente mientras él hablaba por teléfono fuera de la habitación, una llamada de su hermana menor había sido el despertador, era la responsable de regresarlo a la realidad. Intento dejarlo sonar, pero después de la séptima llamada pensó que podría ser algo importante, cuanto se arrepentía de haberle dado su número.
-¿Si?- respondió con voz ronca ante el saludo efusivo de la femenina.
-Sato, ven pronto a casa, hay una sorpresa para ti- contestó la mujer con alegría.
-Está bien- cortó con desgano.
De verdad prefería pasarse la tarde abrazado a Nanami durmiendo juntos y no en la casa de sus padres hablando de dinero u algún tema que no era de su interés. La insistencia del llamado de su hermana más la noticia de una sorpresa esperándolo en la residencia de la familia Gojo, no auguraba nada bueno.
Un baño fugaz, un pantalón oscuro más una camisa simple blanca y que algún dios le ayude, no sería fácil de contar aquel detalle ligero que amenazaba con convertir su vida en un campo de batalla. Antes de irse dejo una nota, un beso en la frente que provoco el movimiento del menor sin embargo no había despertado, solo buscaba una posición cómoda.
Saco las llaves y puso en marcha el auto deportivo que nunca usaba, unos veinte minutos y ya estaría temblando, sus padres ansiaban un nieto/a y él se los daría, entonces ¿por qué sentía un hormigueo no muy alentador por su estómago?
Borro aquellos pensamientos, su bebé y Nanami son lo mejor en su vida, nada ni nadie interferiría con la felicidad que vivía con él, Satoru Gojo era un hombre hecho y derecho, si tendría que afilar sus garras para defender a su familia, lo haría ante cualquier adversario que se interponga en su camino.
Detuvo el coche, diviso la figura de su hermana y su madre fuera del patio delantero, ambas agitaban sus manos muy efusivamente en un saludo y llamándolo. Suspiro para entregarse al paso derecho hacia ellas.
Ni bien se acercó, Sayuri le brindo un abrazo asfixiante.
-Te has dignado a visitarnos, era hora hijo- sentenció su madre con una sonrisa amplia.
Satoru no tenía ganas de alargar esta visita más de lo necesario, siempre se sentía como alguien que no encaja. Y es que él era la misma imagen de su abuelo, y su tatarabuelo, era un hombre alto de 1.90, cabello blanco y ojos azules brillantes, mientras que su mama y hermana era menuditas, de cabello oscuro y ojos castaños, al parecer los genes Gojo se saltaban una generación.
Saludo a ambas mujeres, se adentraron en la casa mientras caminaban hasta la sala de estar. Su padre no se veía alrededor, mejor para él.
-Una persona ha venido a verte Gojo, te espera en tu cuarto- indico su madre.
¿Quién rayos iría a buscarle a su vieja casa cuando todos sabían que vivía solo o en el apartamento de Nanami? Subió con pesadez la escalera, tenía cansancio y a pesar de que extrañaba a su hermana y a sus padres, no tenía tiempo para juegos.
Giro el pomo de la puerta sin alzar la vista, se adentró al cuarto y el aroma que sus fosas nasales capturaban con fervor solo podía tratarse de una persona, Suguru.
Sintió un odio recorrer su cuerpo, su mandíbula se endureció, estaba harto. Esto era el colmo. Suspiro agarrándose los cabellos con fuerza, fatigado y escaso del buen humor que sostenía por haber sido interrumpido de su sueño se había esfumado como el mismo aire. Esa maldita daga clavada en lo profundo de su espalda no daba tregua, se sujetaba de él con exigencia, suprimiendo el límite de su paciencia y el hilo de cordura.
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GoNana - El Heredero del Clan Gojo ~
ФанфикEsta es la triste (no, realmente no es triste) historia (más que historia parece novela) de como dos amigos pueden enredar sus vidas hasta un punto sin retorno por una noche de copas, sin embargo, a veces el alcohol nos da el valor de actuar, nos li...