XXIV

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[11 de abril de 2016]

— Se han ido. —hablé entrando a su habitación cuando me aseguré de que sus padres se hubiesen ido de la casa.

Sonrió, volvió a hacerlo, con una de esas sonrisas que tanto me gustaban, una de esas en la que mostraba sus encías.

— ¿De verdad estás tan feliz?

— No sabes cuanto, Namuncito. Ven, por favor.

Me acerqué a la cama y me senté con cuidado a su lado, tirando de él con delicadeza para abrazarlo con fuerza. Me escondí en su cuello sintiendo un peso enorme sobre todo mi cuerpo.

Mis manos recorrían su espalda con ternura, queriendo recordar cada parte de su cuerpo por siempre. Él estaba tan inmóvil como cada día, como todo este tiempo atrás él no me devolvió el abrazo, sus brazos quedaron al lado de su torso, como siempre.

Sentí como un nudo se formaba en mi garganta y como las lágrimas salían casi instantáneamente, recorrían todas mis mejillas hasta llegar a mi barbilla y terminar cayendo sobre su camisa.

— Yoongi, no me veo capaz de dejarte ir ya... —dije entre sollozos y pequeños hipidos— tenemos tanta vida por delante...

— No, Nam, tú tienes vida por delante —habló relajado, sonriendo, yo no entendía como podía estar tan tranquilo— Mi vida está completamente limitada y yo soy dependiente al cien por cien de alguien. No puedo hacer nada por mí mismo, necesito a alguien ocupándose de mis cuidados las veinticuatro horas del día. Namjoon, se que me amas muchísimo. Nunca, de verdad que nunca, he dudado del amor que me tienes, ni siquiera el día de mi cumpleaños cuando te negaste a ayudarme.

— Fui un egoísta.

— No, Namuncito, entiendo tu reacción de ese día. Me amas y no quieres perderme, las pérdidas de alguien que amas siempre son difíciles, no me imagino entonces si además ese alguien al que amas te pide que le ayudes a morir. —rio tratando de apaciguar el ambiente— Pero es lo mejor para los dos. Yo odio esto, odio la vida que me está tocando vivir, no he podido hacer nada de lo que yo quería. Ni siquiera nos dio tiempo a visitar la Sagrada Familia juntos —se notó la tristeza al decir eso— y además, yo no hago más que condicionar tu vida. Tú tienes un montón de cosas por hacer y por lograr, amas viajar y no has podido hacerlo por mí culpa, y no digas que no, has puesto cuidarme a mí por encima de tus propios deseos. Gracias, de verdad, Namuncito, gracias. Porque te podría decir que estoy enfadado de que no hayas hecho más que cuidarme, pero aunque sea egoísta, me alegro demasiado de que hayas estado conmigo estos tres años porque si no, todo hubiese sido mil veces menos llevadero. ¿Ves? Todos somos un poco egoístas en algún momento de nuestras vidas. Pero yo ya no quiero seguir limitando tu vida, tienes veintidós años, tienes que ser muy feliz.

— Pero yo soy feliz contigo, Yoongi —mis ojos estaban llenos de lágrimas y mi voz salía entrecortada.

— Lo sé y yo contigo, por eso decidimos ser novios, ¿no crees? Pero estas en la edad de salir, de estudiar, de viajar y no tener que cuidarme. Quiero que seas feliz sin mí también, amor.

Nos tumbamos los dos juntos en la cama mientras poníamos música en mi móvil. Yo elegía una canción y después él elegía otra, así sucesivamente, disfrutando los gustos de cada uno.

Lo abracé con fuerza acariciando su pecho y me aseguré de besar cada parte de su cuerpo para que se fuese de esta vida sabiendo cuanto lo amaba y cuanto lo iba a amar siempre.

Por fin le veía sonreír, solo así sabía que estaba haciendo lo correcto. Le volví a escuchar reír, su verdadera risa, esa tan contagiosa que me llenaba de serotonina.

Nos cansamos de escuchar música y me puse a leer el libro que nos estábamos leyendo ese mes. Decidimos acabarlo, él no se podía ir así, sin saber el final de esa historia. Volvimos a reír e hicimos algunas bromas, esa cita volvió a sentirse como de las primeras que tuvimos. Todo era felicidad, no había tristeza. 

[mini] namgi auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora