Capítulo 26 ~ No quiero irme

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— Mi señora.

Maxi se giró y vio a Ludis de pie en silencio junto a la puerta.

— El señor ha regresado. Planea cenar con los caballeros en el comedor. ¿Quiere unirse a ellos?

Después de dudar brevemente, Maxi asintió. La compañía de los caballeros era incómoda, pero ella no quería renunciar a cenar con Riftan.

— Entonces déjame arreglarle el cabello otra vez.

Ludis usó un peine y una horquilla para recoger su cabello despeinado en un moño prolijo. Maxi inspeccionó su vestido y su rostro en el espejo antes de salir de la habitación. Afuera, los sirvientes estaban ocupados encendiendo lámparas a lo largo del pasillo. Pasó junto a ellos y estaba bajando las escaleras cuando escuchó voces enojadas. Hizo una pausa y luego avanzó lentamente hacia la fuente. A través de la puerta entreabierta del comedor, vislumbró a Riftan enfrascado en una acalorada discusión con tres caballeros.

— ¡Debemos partir mañana hacia la capital real!

— ¡Debes asistir a la ceremonia! ¿Hasta cuándo más pondrás a prueba la buena voluntad de Su Majestad?

— Por una vez estoy de acuerdo con Ricaydo. Con la lluvia amainando no tendremos problemas para realizar el recorrido.

Maxi había estado rondando la puerta, sin saber si debía entrar. Al escuchar las palabras del caballero, se quedó paralizada. Recordó que habían hecho comentarios similares durante el viaje. Como héroe de la campaña del Dragón, Riftan debería haberse dirigido a la capital real tan pronto como Sektor fue asesinado. Maxi intentó aproximar la distancia entre Anatol y la capital. Según sus cálculos, Riftan estaría ausente durante quince días como mínimo o un mes como máximo.

— He enviado una paloma mensajera a la capital. Es la primera vez que vuelvo a casa en tres años. El rey Reuben lo entenderá.

— Comandante, sé que está tratando de distanciarse del rey — dijo el caballero que se encontraba más alejado de ella —. Pero si lo hace demasiado obvio, podrías perder su favor.

Ricaydo se dio vuelta bruscamente

— ¿Distanciarse?

— Elnuima Reuben III está ansioso por tener al comandante en la capital. Comandante, ¿tiene usted miedo de verse encadenado a la familia real con el pretexto de que le recompensarán por sus contribuciones?

Riftan permaneció en silencio.

— Y está el asunto de la princesa Agnes. Está claro que el rey quiere atarte. Entiendo por qué eres cauteloso, pero debes evitar enemistarse con él. Desconfía de sus vasallos tal como están las cosas.

— Elliot tiene razón. Si nos perdemos la celebración, el rey pensará que fue humillado delante de sus vasallos. Con su propensión a guardar rencor, no se sabe qué tipo de retribución planeará.

— ¡Hebaron Nirtha! ¿Te atreves a blasfemar contra el rey?

Al oír crecer su agitación, Maxi giró sobre sus talones.

— Por fa-favor, trae mi co-comida a mi ha-habitación — le ordenó a Ludis antes de subir las escaleras.

Su estado de ánimo no mejoró ni siquiera cuando ella cenó sola. Se preguntó si estaría bien mientras Riftan estuviera fuera. Todos habían sido amables con ella, pero tal vez eso se debía a que él estaba con ella. Ella se sintió inquieta.

Ludis, que la había estado atendiendo, notó su expresión sombría.

— ¿La comida no es de su agrado, mi señora?

Debajo del Roble ~ Libro 01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora