Capitulo 2

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No sé cuánto tiempo ha pasado desde que estoy aquí, encerrada en un sótano que está completamente a oscuras. Pero si se algo, mi padre debería de haberse vuelto loco al ver que no estaba en casa y no le he dicho que iba a salir. Habrá mandado a todo el mundo a buscarme.

—Hola, hola, hola mini Fiore. —Dice Francesco Soracco.

—Por favor, soltadme y dejadme ir a casa. ¿Queréis dinero? Mi padre os dará hasta el último céntimo que tenga y yo no le diré nada de esto. Pero si llego a salir de aquí y se entera, os va a hacer sufrir. —Digo con una expresión totalmente seria, porque si lloro voy a parecer débil y no quiero eso.

—Me importa una puta mierda tu padre y su puto dinero. Creo que me haría más feliz cortarte los dedos y enviárselos a tu padre y poder ver su reaccion que 1 millón de euros.
—Dice está vez más serio.

—¿Por qué harías eso? Se que en el fondo no quieres. —Le digo para intentar tranquilizarlo porque se que está loco y lo haría sin pestañear.

—En el fondo si quiero, pero no lo voy a hacer, solo le voy a dar un pequeño susto o advertencia. Que se lo tome como quiera.

—¿C- como? —Tartamudeo de los nervios.

—La fiesta acaba de empezar, y tú vas a ser la piñata.

De repente dos hombres entran por la puerta dando grandes zancadas con varias cosas en las manos, puedo identificar entre ellas: un cinturón, pintura roja, tijeras, una cuerda, un pañuelo... y mil cosas más.

Y continúa hablando Francesco Soracco.

—Bueno mini Fiore, vamos a jugar. Primero voy a empezar por... esto (un cúter) me apetece ser cirujano.
—Comienza a rajarme varias partes del cuerpo.— Seguimos con... pero mira, si es un cinturón, ¡Me encanta! —Empieza a darme latigazos y golpes por todo el cuerpo dejándome casi sin respiración. —Y bueno, ya hemos terminado. ¿Te lo has pasado bien?

—Te voy a decir una sola cosa. —Le digo casi sin poder levantar la
cabeza.

—Pensaba que no ibas a poder ni hablar, pero bueno sorpréndeme.
—Dice Francesco Soracco con una sonrisa de gilipollas en la cara.

—A mi nadie me humilla y luego se va tan feliz. Porque si algo me ha enseñado mi padre es ojo por ojo y... diente por diente. —Le digo con un hilo de voz mirándole directamente a los ojos. —Y para ti todo esto es un juego, pero el que ríe último, ríe mejor. —Le dedico una sonrisa irónica y veo pasar la rabia por sus ojos aunque luego la intenta disimular sonriendo nuevamente.

—Muy bien mini Fiore, pero no le tengo miedo a una niña.

—Tú prepárate. —Le digo al oído mientras me quita la cuerda con la que me ha atado a una silla.

Giuoseppe

—¡¿Sois inútiles o que?! ¿No podéis encontrar a una niña? ¡¿Para eso os estoy pagando una barbaridad?! —Le grito a veinte personas que he contratado para que encuentren a mi hija mientras que tiro un vaso de whisky al suelo haciendo que todos los cristales salgan volando.

—Giuoseppe calmate por favor.
—Dice mi mano derecha.

—No puedo calmarme está casi amaneciendo y lo único que sé sobre mi hija es que la ha raptado el cabrón de Francesco Soracco y no puedo hacer nada. No se dónde está, si está bien y lo más importante si sigue viva. Pero aquí el gilipollas soy yo por no decirle que la quieren matar y que debía quedarse en casa.

—No es tu culpa, tu no querías asustarla y ella seguramente esté bien, no creo que Francesco Soracco le haya hecho algo y si es así y le ha hecho daño, te prometo que lo voy a buscar y va a pagar. Porque yo he visto a Milena desde que era pequeña y la considero como mi hija también.
—Dice Gabriele para intentar calmarme, sin duda él es el único que considero más que un empleado, lo considero casi como mi hermano.

La mia PrincipessaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora