16. Un lanzamiento de fe

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Me siento débil, aturdido y sin fuerzas. Logro ponerme en pie con la ayuda de Lucian. Él se saca de un bolsillo de su chaqueta una diminuta caja. Es un paquete de caramelos azucarados. Lo abre y saca dos caramelos.

—Ten —me los ofrece—. Siempre me guardo algunos para antes de salir al escenario en mis funciones, pero creo que a ti te hacen más falta ahora mismo.

—Gracias. —Los cojo y me los hecho a la boca.

—Estoy francamente asombrado... —dice de pronto Blake—. Lo que has hecho aquí ha sido algo sin precedentes. Has demostrado un coraje y una fuerza de voluntad impresionantes. No solo te has enfrentado a la mismísima Oscuridad, si no que la has dominado. Estoy seguro de que ningún otro Agente de la Luz, ni nadie, podría haberlo conseguido. Enhorabuena, novato, sin duda alguna, para mí eres el mejor Agente que tiene y que tendrá el Cuerpo. Está claro que tú eres el Elegido —me alaba Blake.

—Agradezco tus palabras, chucho —le digo, y esbozo una pequeña sonrisa.

—Aunque claro, yo sabía desde un principio que lograrías controlar el poder oscuro de la Lanza —añade Blake.

—Pues tu cara no decía lo mismo, viejo amigo —dice Lucian.

—Bueno, es normal que estuviera preocupado por él. Sigue estando bajo mi cuidado, si le ocurre algo tendría que darle cuentas al Guardián —se justifica Blake.

Celestine suelta una breve carcajada al oír a Blake.

—Si el Guardián se entera de todo esto, entonces sí que tendrás serios problemas —asegura ella.

—Procuraremos que no se entere... —le digo a Celestine—. Por cierto, ¿se puede saber dónde estabais metidos mientras yo me hacía con la Lanza?

—Después de que entraras en la cámara, apareció de repente una barrera que nos impedía pasar —me responde Blake—. Podíamos verte y oírte, pero tú a nosotros no.

—¿Y por qué no os transportó Celestine aquí dentro?

—Ya te dije antes que aquí no puedo usar mis poderes —me recuerda ella.

—Ah. Tienes razón. —Busco el Martillo. Lo veo, voy por él y lo recojo del suelo. Ahora tengo la Lanza en mi mano izquierda y el Martillo en la derecha—. Un martillo y una lanza, curiosa combinación... —pienso en voz alta.

—¿Qué tal si salimos de esta espeluznante sala de una vez? —nos sugiere Lucian.

Así, pues, abandonamos la cámara de la Lanza y nos dirigimos de nuevo a la entrada del árbol por el angosto pasadizo.

—¿Crees que ese dragón seguirá en la entrada? —le pregunto a Blake.

—Probablemente. Aunque no estoy seguro, ahora solo huelo al humo ocasionado por sus llamas. Es un olor muy fuerte.

Llegamos a la grieta por la que entramos a este pasadizo. Nos acercamos con mucha cautela, Blake se asoma sigilosamente... dice que no ve a la bestia. Yo me asomo también. La entrada está totalmente despejada, hay unos restos de llamas negras en el suelo, de las que sale un casi inapreciable humo. Es cierto que ese humo produce un olor muy intenso, peor que el azufre. Avanzamos con mucha cautela hasta la gran entrada, no hay ni rastro de la bestia. Salimos con gran presura de este gigantesco árbol y corremos lo más rápido que podemos por el claro. Creo que todos tenemos las mismas ganas de abandonar cuanto antes este maldito bosque. Corremos sin pausa, hasta que de pronto se oye el rugido de ese terrible dragón. Proviene del interior del árbol. Solo su terrible rugido ya pone la piel de gallina.

—¡Ahí viene de nuevo! —exclama Blake.

El dragón sale del interior del árbol. Y rápidamente sus tres cabezas posan sus miradas en mí.

Adrien Fleming y la Puerta al Abismo (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora