Una vida monótona, con padres amorosos e importantes, hermanos elegantes y exitosos, todo pinta bien para la familia Ubayashiki luego de mudarse por motivos de trabajo.
Kagaya Ubayashiki, su padre que trabaja para el gobierno siendo un hombre de la...
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Nuevo
Lo nuevo es algo aterrador, un día nuevo es un misterio, nunca sabremos si resultara bien o será pésimo, lo que genera la ansiedad, sobre pensar todo el día las palabras que dirás y encontrar la forma de que resulte con éxito.
Lo desconocido siempre estará presente, es incierto lo que podría pasar, lo que puede haber al fondo del oscuro pasillo o incluso del mar.
Lo nuevo puede ser bueno, nuevas oportunidades, nuevas amistades, nuevas experiencias, pero, estás experiencias pueden incluso ser desagradables pero te dejarán un aprendizaje valioso, un recordatorio para aprender de los errores. No todo lo nuevo es malo, nos hace crecer más o nos puede destruir.
Kanata Ubayashiki una joven de 21 años, soltera y aburrida, vive en una linda casa en el campo junto a sus hermanos y padres, se encuentra en una terrible etapa en la que conseguir algo que le guste es un problema, paso un año entero en el qué paso de carrera en carrera de la universidad, por qué nada realmente le fascinaba o cautivaba su atención.
Era un problema, así que sus padres le ofrecieron la idea de trabajar y pensar en algo, lo dudo al principio, así que comenzó con el trabajo en una tienda de flores en donde aprendió bastante e incluso comienza a atraerle aprender más de la naturaleza.
— ¿Por qué te ves tan triste? — Le pregunta su compañera de trabajo Ali.
— No estoy triste.
Responde apoyando los codos en el mostrador y su rostro en las palmas de sus manos. Era un día de clima lluvioso, ni un solo cliente había cruzado la puerta durante todo el día. Observar la pantalla de su teléfono se convirtió en una rutina viendo nada más que la hora.
— Mirar la hora no va a hacer que deje de llover Kanata — Rueda los ojos su compañera que se sienta encima de una caja de madera en la esquina de la tienda, estira sus pies apoyando el resto de su cuerpo en la pared cerrando los ojos.
— No espero que deje de llover. Solo quiero que ya sea hora de salir y tenga que dejar de oírte hablar.
— Siempre tan amargada — Se queja.
No había nada fuera de lo normal en tener conflictos con Ali, resultaba tan seguido que era divertido.
Pero hoy no estaba de ánimos, era como si la lluvia hubiera arrastrado el poco optimismo con el que despertó. Para el mal clima se preparó un café y se sentó a hacer nada esperando la hora de la salida.
Tomo su impermeable amarillo y se colocó unas botas negras, tomo su bicicleta y miro la calle, manejar bicicleta con una fuerte lluvia no le apetecía, pero tenía que volver a casa si quería comer caliente.
La lluvia le golpeaba en la cara y sus botas se llenaban de agua como si fueran dos baldes bajo sus pies, los árboles se movían con el fuerte viento haciéndole creer que podrían ser arrancados de raíz y volar lejos.
