Una vida monótona, con padres amorosos e importantes, hermanos elegantes y exitosos, todo pinta bien para la familia Ubayashiki luego de mudarse por motivos de trabajo.
Kagaya Ubayashiki, su padre que trabaja para el gobierno siendo un hombre de la...
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Disculpa
Ahí se encontraba ella, Kanata Ubayashiki, con la mirada perdida en el cielo azul reflexionando, su cabello estaba suelto como de costumbre siendo agitado por el viento, su cuerpo está agotado y su mente sigue divagando en el pasado.
Se podría decir que sus pies no tocaban tierra por unos instantes.
Llena de remordimiento se lamentaba de muchas cosas, para empezar el temor hacía Genya.
¿Cómo puedes tenerle miedo a alguien tan dulce? No lo sabía, sin embargo no solo le teme a Genya, desde que llegó al Distrito Rojo no para de desconfiar y asustarse por todo, una mala sensación le respira en la nuca erizando su piel.
Todo inicio cuando su mirada se cruzó con la de ella, Tamayo. Ella guardo silencio, no se presentó ni dijo mucho, sola la miro mientras se mordía su lengua y lastimaba sus dedos con las uñas.
Respiro los viejos recuerdos de su pasado como si fuese el desagradable aroma a cigarrillo, no había nostalgia, solo odio y más odio, imagenes completamente negativas.
Genya era el foco de todo en cuanto llegaron, así que nadie notó ese brillo de rencor en los ojos de Kanata, una faceta nunca antes vista. Nadie tenía que saberlo, no debían conocer su historia con Tamayo y el como su vida fue afectada tras su partida.
Su vida se desplomó por culpa de sus propias inseguridades, "¿Acaso no soy suficiente?" Se preguntaba aún sin comprender como alguien tan especial pudo marcharse sin decir nada.
Sus animos son pésimos y fácilmente hacen contraste con el día, soleado, cielo despejado y fresca brisa, no parecía que un virus mortal había acabado con la vida de muchos. La calma es una tortura, algo malo se aproxima, de eso está segura.
Presionó su pecho, le dolía tanto, una punzada que inicio hace poco y no desaparecía, era como en su época en la secundaria, al despertar sentía temor, conocía perfectamente lo que le esperaba dentro de las cuatro paredes de su instituto y la rutina se repitió varias veces hasta que a duras penas se graduó. Sus calificaciones no eran las mejores, su desempeño académico había bajado un monton, apenas podía dormir y el mayor tiempo lo ocupaba haciendo las tareas de los matones de secundaria.
— Siempre e sido tan patética — Susurro, no tuvo las agallas de defenderse, ponerle un fin a todo, con solo decirle a su padre lo que sucedía las cosas pudieron haber acabado, estaba segura de que Kagaya Ubayashiki movería cielo y tierra para salvarla así tenga que apuntarle con una pistola en la cabeza a un simple civil, sin embargo, estaba avergonzada, revelar la verdad sería una mancha en su vida.
Sus pésimas calificaciones eran una de las primeras razones para ser juzgada en un mundo tan superficial donde los hombres tienen el control, ¿La igualdad de género? Se había ido al carajo como todo por lo que se había luchado por años, la sociedad paso por tantas crisis que se tomaron medidas arriesgadas y todo volvió a ser como antes, solo que con tecnología más avanzada, pero habian excepciones, países que sufrieron tantas bajas y perdieron todo.
