Capítulo 12: Distorsión

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Escrito por cincopezos (Sami) y ValTennant019 (Val)

Nota de las autoras: Se recomienda discreción para este capítulo por descripciones explícitas de colapso (meltdown), autolesiones y sangre. Si están pasando por un mal momento, recuerden que no tienen por qué luchar en silencio, busquen ayuda con una persona de confianza. No deseamos el mal a las personas en las que están basadas los personajes de esta historia.

***

"Eso era lo que querías de todos modos, Roberto, quedarte solo", susurró un pensamiento.

"¿No estás feliz?" murmuró su propia voz interna.

—Ni siquiera me dirigió la palabra, ni siquiera me dijo adiós... —se lamentó el hombre de cabello azul estrellado, y las lágrimas no tardaron en emerger una vez más, humedeciendo ambas mejillas, el contraste entre sus lágrimas tibias y húmedas y el frío de su pálido rostro era una sensación desagradable para él.

El estómago y la cabeza le dolían, ni siquiera era capaz de recordar la última vez que comió algo. Sentía que su cuerpo se había vuelto mucho más frágil, que si daba unos pasos más se iría al suelo. Hizo un esfuerzo, usando las paredes como apoyo mientras caminaba y se fue a la cocina para agarrar lo primero que encontrara y que fuera comestible.

Encontró unas mandarinas sobre la mesa, que seguramente su "amigo" había comprado para llevarlas en su viaje. El color de esa fruta hizo recordar a Roberto Luna el cariño no correspondido.

Tal vez estaba tan determinado a irse lo más pronto posible que las olvidó.

¿Tanto así lo había asustado? ¿En verdad lo creyó capaz de lastimarlo?

"Qué horrible última impresión le dejaste", le dijo una voz en su cabeza, burlándose de él.

El hombre de tonos anaranjados tenía razón, ellos eran incompatibles.

Gustavo era una persona alegre, extrovertida, un ser de sol. Él, Roberto, era triste, introvertido, amargado, un ser de luna apagado y desagradable.

"Un ser de luna roto por dentro", le recordó una voz en su cabeza.

Roberto miró sus manos, que siempre habían sido frías, sentía como si tuviera un enorme agujero en su pecho que lo estaba consumiendo y le sacaba aire de los pulmones.

"Nunca serás amado porque nadie ama a los monstruos como vos.", dijo una voz lejana que sonaba exactamente igual a la de sus padres pero combinada.

Gustavo Sol no era cualquier persona. Por un breve momento, Roberto Luna creyó genuinamente que al fin había encontrado a alguien que veía más allá de su superficie, a quien pudo mostrar lo que había debajo de tantas capas de hielo que había creado para proteger al frágil y sensible ser que era en realidad.

Desgraciadamente para él, la probabilidad de que su verdadera persona haya espantado al tipo sol lo empezó a carcomer sin piedad.

Desesperado, las lágrimas no paraban de emerger de sus ojos, había pasado de llorar silenciosamente a soltar quejidos y taparse su rostro con sus manos, tratando de ahogar su ruido interno que gritaba desgarradoramente deseos que no se podrían cumplir:

"Quiero que vuelva".

"Quiero que regrese."

"Quiero que toquen la puerta, abrir y que sea él."

"Quiero ser amado."

"Quiero que esto nunca hubiese pasado."

"..."

Incompatibles (AU del Sol y la Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora