3 > sergio

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—¿Qué demonios llevas puesto?

—Voy a matar a mi hermano. —Gruño cada palabra, muy consciente no sólo de los grandes ojos de Max sobre mí, sino de todos los demás en la habitación mirándome también.

—Es...

Levanto una mano cuando Max vacila.

—No te molestes. No hay nada que puedas decir para salvar... —tiro de la monstruosidad multicolor, sobredimensionada y teñida de una camisa de cáñamo 100% orgánico en la que estoy nadando—, esto.

Los ojos azules de Max recorren mi cuerpo lentamente, absorbiendo los pantalones de pescador amarillos como el sol que ondean alrededor de mis piernas (y que tardé una eternidad en atarme a la cintura, de ahí que llegara tarde a nuestra primera sesión) y las chanclas de bambú (bambú, en serio) que llevo en los pies.

—¿Tu hermano se pondría un conjunto así?

—Lo haría —refunfuño—. Con orgullo.

De todos mis hermanos, Fernando es el más cercano a mí, pero en momentos como éste, tengo que preguntarme por qué.

—Buenas tardes a todos. Mi nombre es Pagit, y seré su guía de masturbación tántrica. Ahora que estamos todos aquí... —Pagit deja de hablar cuando me ve. Que bien. Incluso él piensa que este atuendo es demasiado—, podemos empezar.

El grupo de hombres reunidos, unos treinta, toman sus lugares. Estamos en una gran sala con paredes de paneles de madera y techos de madera vista.

Cuando Max y yo llegamos, nos mostraron nuestras cabañas. Espacios individuales sencillos, sólo una cama y un pequeño cuarto de baño en cada uno. Al pasar por esta gran sala, nos dijeron que todas las actividades guiadas tendrían lugar aquí.

El cuartel general del taller de pajas.

Tomo asiento en el suelo junto a Max, que intenta disimular una sonrisa divertida. ¿Qué puedo esperar? Parezco un maldito hippy de los años 60 drogado con ácido. No estoy enfadado con él. Estoy guardando toda mi ira asesina para Fernando cuando volvamos.

Pagit camina hacia el frente de la habitación. Diría que tiene unos cuarenta años. Un hombre en forma con un espeso pelo plateado que hace juego con su barba. Va descalzo, lleva pantalones de yoga negros y una camiseta de tirantes negra. Tatuajes tribales serpentean por sus tonificados brazos.

—Tanto si es la primera vez que vienen como si fueran un campista feliz que vuelve a por más, me gustaría dar a todos una calurosa bienvenida.

Respiro hondo. Allá vamos. Ahora sí.

—¿Estás bien? —susurra Max a mi lado.

—Sí. —Me giro para ver sus ojos clavándose en mí—. Estoy bien.

Sonríe.

—Genial. Piensa que si puedes sobrevivir a ese conjunto, puedes con cualquier cosa.

—Gracias por los ánimos.

Los ojos de Max se detienen en mí durante un momento antes de volver al frente. Pagit está estableciendo algunas de las reglas básicas para el taller. Ya hemos entregado nuestros dispositivos en recepción, ya que, por razones obvias, en este evento se prohíbe terminantemente el uso de teléfonos y las grabaciones.

Informa al grupo de que en la sala en la que estamos la ropa es opcional, pero que en el resto del recinto se aplican las normas normales de vestimenta y conducta.

Inspiro profundamente y exhalo lentamente mientras lo asimilo todo. Venir a algo así no es algo que haría normalmente. Sí, soy un hombre con pulso, así que claro que me masturbo. Pero, ¿alguna vez he pensado en ello más que de pasada? No puedo decir que lo haya hecho.

i don't know, bet you wanna try [chestappen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora