CASSIDY
A Cassidy casi le llega la mandíbula hasta el suelo. ¿Cómo que no hace falta? ¿Por qué ayer le metieron presión para entregarla y ya de repente la tienen? ¿La... iba a despedir? A Cassidy se le hizo un nudo en la garganta de solo pensar en eso. No podía despedirla, no después de todo lo que luchó por ese puesto.
—¿Cómo...? ¿De dónde...?
Cassidy no encontraba las palabras y empezó a sentirse inútil.
—Esta mañana, el señor Gaidhen me envió por correo electrónico los datos y programación de la base —dijo aún con la mirada fija en la pantalla del ordenador—. Está bastante bien. Así que ya no tenemos problemas con la base, usted encárguese mejor del papeleo y los archivos.
Cassidy se mordió el labio.
—Señor, le juro que soy práctica y útil... Lo de ayer fue...
—Eso queda al margen del trabajo, señorita Whailfolt. Ahora mismo lo importante es que haya mejorado, se encargue de los archivos y lo haga mejor en el próximo proyecto.
Cassidy asintió y se dirigió hacia la puerta, hasta que su jefe la llamó.
—Y, señorita Whailfolt... —Cassidy se dio la vuelta—. He puesto mucha confianza en usted, no me defraude en la próxima entrega—Cassidy asintió de nuevo y salió del despacho.
¿Cassius había hecho la base? ¿Cómo la había hecho tan rápido? Y ¿Por qué? ¿Por qué le hizo el trabajo? ¿Quería superarla en el trabajo también? Ellos dos se odian, no veía otra razón por la que le haría el trabajo sucio del proyecto. Quería hablar con él. Lo buscó por toda la empresa como una loca, pero no había rastro de él, incluso intentó llamarle al móvil, pero tampoco le contestó. ¿Dónde se había metido? Era extraño que faltase al trabajo siendo su primera semana de empleo.
¡Incluso le escribió mensajes! Pero los mensajes no le llegaban...Tuvo un pequeño deja vú...
—¿Qué está pasando? —murmuró para sí misma.
No podía irse así como así del trabajo y menos sin un buen motivo. Así que tuvo que esperar hasta que terminase la jornada laboral para poder irse. Recogió rápidamente sus cosas pero alguien le puso una mano en el hombro.
—¡Cassidy! —Rhys la llamó—¿Estás bien? Te noté algo inquieta y distraída hoy...
—¿Oh? Oh, no, yo... —Intentó pensar en una excusa—. Debo irme, no me siento bien.
—¿Quieres que te lleve? Si no te encuentras bien...
—¡No! —al oír lo exagerada que sonó de arrepintió muchísimo—. O sea, puedo ir yo, no te preocupes.
Se despidió con la mano y salió rápidamente al coche. Tenía que ir a verlo. No podía revivir la misma experiencia traumática, no otra vez.
Si Cassius era realmente quien decía ser, debía vivir en su antigua casa ya que desde que se fue ha estado deshabitada. Cuando llegó, aparcó a un lado de la calle y bajó rápidamente hasta llegar al porche y llamó sin pensar al timbre... Nunca había vuelto a esa casa, no había vuelto a pisarla desde que se fue, y estar ahí parada en el porche como la última vez, la hacía sentirse... fuera de lugar. Pensando en las buenas tardes que pasaron en ese porche, pero también recordó cuando aquel anciano le contó la terrible noticia en ese mismo porche.
«¿Pero qué demonios hago aquí?» pensó. Se estaba arrepintiendo, pero para cuando irse, alguien abrió la puerta.
—¿Ricitos de oro? —Cassius abrió.
Cassius tenía unas tremendas ojeras, su pelo estaba algo alborotado y... tenía mala cara, la verdad. Debía de haberse pasado la noche entera despierto para haber terminado tan rápido la base de la programación.
Una parte de ella sintió un alivio de que no la haya ignorado como la última vez, pero otra parte de ella... Empezó a llorar.
—Hey, ¿Por qué llor...? —Cassius quiso acercarse, pero Cassidy le asestó una bofetada que lo dejó perplejo. Se llevó la mano a la mejilla afectada, ahora roja.
—Eres un imbécil...
—¿Qué...?
—¿Por qué no me contestaste los mensajes? —le miró, enfurecida.
—¡Mi móvil no tenía batería! Por cierto ¡Au! Ha dolido.
—No me refiero a esos mensajes...
Cassius frunció el ceño.
—¿Entonces...?
—¡Sabes de lo que hablo! —Le interrumpió—. Los miles de mensajes que te envié hace diez años...
No sabía si había sido el momento más adecuado, pero Cassidy había explotado y al fin había sacado el tema. Esperaba alguna excusa, mentira o lo que fuera de Cassius, pero en su lugar hubo un inmenso silencio. Así que continuó:
—Sabías quién era desde que pusiste un pie en la empresa... Y lo sé porque yo también te reconocí al instante...
—Hizo una pausa—. ¿Sabes el daño que me hiciste? ¿El trauma que me causaste? ¿El...?—A Cassidy se le formó un nudo en la garganta y una lágrima deslizó por su mejilla. No sabía qué le preocupaba más si el hecho de que Cassius la haya visto explotar y llorar así, o que no haya dicho absolutamente nada...—¿No tienes nada que decir?Cassius hizo el ademán de decir algo, pero terminó mordiendo su labio inferior. Estiró su mano hasta tocar la mejilla de Cassidy pero ésta le dio un manotazo que apartó su mano.
—Yo...
Cassidy bufó.
—Olvídalo... —terminó diciendo—. Olvidemos esto ¿vale? Olvidemos esta puta mierda de una vez porque yo no puedo más.
—Pero si has venido tú a...
—¡Me refiero a todo, capullo! T-O-D-O.
Cassius quedó entre confuso y perplejo.
—¿Cómo que todo?
—Quiero que me olvides. Quiero que olvides que yo en algún momento formé parte de tu vida y tú de la mía. Ahora no somos más que meros compañeros de trabajo.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Porque paso de seguir con esto. Jugar como el gato y el ratón, un juego de persecución absurdo...
—Nada era un juego.
—¡Me importa una mierda, Cassius! Estoy harta. No sabes ni nunca sabrás el dolor que sentí por diez años... Pero ya se acabó. Tú haz tu vida por tu lado, y yo haré la mía por el mío.
Cassidy se dio media vuelta para irse, pero Cassius continuó:
—¿A esto has venido? Después de pasarme la noche entera despierto, dejándome la piel para que tú pudieras tener tu puto viernes libre... Y así lo pagas... Veo que en algunas cosas no cambiaste en diez años.
Cassidy se dio levemente la vuelta.
—Quería saber por qué mierda me ayudaste después de todo lo que me has hecho pasar. Ah, y si ahora has sentido mínimamente algo de dolor... te puedo asegurar que no se puede comparar a nada de lo que yo sentí.
Dicho esto, Cassidy se giró de nuevo y se dirigió a su coche. Se introdujo en él y condujo hasta casa, a pesar de estar en la puerta de casa, no se bajó del coche. Se aferró con fuerza al volante y empezó a llorar con fuerza.
«¿Qué he hecho?»
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I d̶o̶n̶'t̶ want you
Novela JuvenilÉramos grandes amigos... Y tú tuviste que estropearlo todo... ¡Por tu puta culpa me quedé traumada! ¿Esperabas que te recibiera con los brazos abiertos, o las piernas abiertas? Vete a la mierda, Cassius. ¿Por qué volviste ahora de repente?