𝐂𝐀𝐏 01

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El día había comenzado con un cielo gris, pero pronto las nubes se habían cerrado completamente, desatando una tormenta que azotaba Desembarco del Rey con furia

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El día había comenzado con un cielo gris, pero pronto las nubes se habían cerrado completamente, desatando una tormenta que azotaba Desembarco del Rey con furia. La lluvia caía en cortinas densas, haciendo imposible ver más allá de unos pocos metros. Los relámpagos iluminaban el cielo oscuro, y el trueno retumbaba como un dragón enfurecido. La tormenta había obligado a cancelar el torneo que se celebraba en honor al nacimiento del heredero, llenando el aire de una sensación de desasosiego y presagio.

Dentro de los muros de la Fortaleza Roja, el Rey Viserys Targaryen estaba de pie junto al lecho de su esposa, Aemma. Sus ojos estaban enrojecidos y su rostro marcado por la angustia. Aemma yacía inmóvil, su piel tan pálida como la de un cadáver, sus ojos cerrados en un descanso eterno. Viserys sostenía su mano fría, su propia alma destrozada por la pérdida.

—¿El niño sobrevivió?... —la voz de Viserys se quebró mientras dirigía su pregunta al Gran Maestre Mellos, quien estaba de pie junto a él, con el semblante sombrío.

El Gran Maestre bajó la mirada, respirando hondo antes de responder. —El niño está muerto, mi rey.

Viserys soltó un suspiro profundo, lleno de lamento. Su esperanza de un heredero varón se había desvanecido. Su mente apenas registró las siguientes palabras del maestre.

—Pero la niña sobrevivió.

Viserys no mostró interés alguno. La tormenta afuera parecía un reflejo de su propio corazón roto. Los lloriqueos de la pequeña recién nacida se escuchaban débilmente desde una cuna cubierta con muchas sábanas. Pero nadie en la habitación hizo movimiento alguno hacia ella.

El sonido del llanto de la bebé resonaba como un eco lejano, ignorado por todos hasta que la puerta se abrió de golpe. La princesa Rhaenyra, la hija mayor de Viserys y Aemma, entró desesperada, sus ojos llenos de lágrimas y su rostro contorsionado por el dolor. Los guardias habían intentado detenerla, pero ella había insistido en ver a su madre.

Rhaenyra se detuvo en seco al ver el cuerpo inmóvil de Aemma. Un sollozo silencioso escapó de sus labios mientras avanzaba lentamente hacia el lecho, sus manos temblando. Se arrodilló junto a su madre, tomando su mano inerte y llorando en silencio. Sus lágrimas caían sobre las sábanas, mezclándose con el ruido de la tormenta que resonaba fuera de las ventanas.

De repente, el llanto de la pequeña bebé volvió a llenar la habitación. Rhaenyra levantó la cabeza, sus ojos hinchados de lágrimas buscando la fuente del sonido. En una cuna cercana, escondida entre mantas, vio a la niña que había sobrevivido.

—Padre, la niña... —dijo Rhaenyra en un susurro, pero Viserys no respondió, perdido en su propio dolor.

Rhaenyra se levantó y se acercó a la cuna. Miró a la pequeña criatura que lloraba, su rostro enrojecido y su pequeño cuerpo temblando. Con una suavidad infinita, Rhaenyra tomó a la bebé en sus brazos, acunándola contra su pecho.

—Shhh, todo está bien... —murmuró Rhaenyra, su voz quebrada pero llena de ternura—. Estoy aquí, pequeña. Todo estará bien.

Comenzó a mecer a la bebé suavemente, cantando una antigua canción de cuna en alto valyrio que su madre le había enseñado:

Nyke dāez iksan, ziry ao sylutegon.
Soy tu guardiana, te protegeré.
Īlva vēzos, ōños, ēza tolīr.
Nuestro sol, nuestra luna, siempre brillante.
Ziry naejot vēzos, hen iā morghūlis.
Él vendrá con el sol, después de la muerte.
Daoruni valar, ziry pryjatan.
No todos los hombres, él te cuidará.

La bebé dejó de llorar poco a poco, calmándose al calor y el consuelo de los brazos de su hermana mayor. La melodía envolvía la habitación, una armonía melancólica que contrastaba con la tormenta exterior.

Rhaenyra miró a su padre, que seguía sosteniendo la mano de Aemma, incapaz de apartar la mirada de su amada esposa. La tormenta continuaba rugiendo afuera, pero dentro de la habitación, una frágil paz comenzaba a surgir entre las sombras de la tragedia.

𝑭𝒊𝒓𝒆, 𝒃𝒍𝒐𝒐𝒅 𝒂𝒏𝒅 𝒍𝒐𝒗𝒆 - 𝐃𝐀𝐄𝐌𝐎𝐍 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora