Daenerya se encontraba en una pequeña habitación apenas iluminada por la luz de unas pocas velas. Frente a un espejo, removía con cuidado el parche que cubría la cicatriz de su ojo, esa marca imborrable que Aemond le había dejado. El dolor físico ya no la afectaba tanto, pero el peso de la traición y la guerra continuaba presionando su pecho como una constante carga. Mientras ajustaba el vendaje, la puerta se abrió de golpe, y Jacaerys entró apresuradamente, su expresión seria pero con un destello de emoción en sus ojos.
—Están aquí —dijo con voz firme, pero entrecortada por la prisa.
Daenerya se volvió hacia él, frunciendo el ceño. Sabía exactamente de qué hablaba, pero aún así preguntó:
—¿Quiénes están aquí?
—Las semillas de dragón —respondió Jacaerys, moviéndose inquieto por la habitación—. Bastardos y huérfanos que han escuchado las promesas. Quieren probar suerte... Vermithor y Ala de Plata esperan.
Daenerya asintió, tomando aire profundamente mientras dejaba el espejo atrás. Sabía lo que eso significaba: hombres y mujeres, nacidos de la sangre de los Targaryen pero no reconocidos oficialmente, habían llegado tras escuchar los rumores. Reclamaban su oportunidad, no solo de obtener un dragón, sino de conseguir gloria y tierras al servicio de la Reina Rhaenyra.
Mientras caminaban hacia el salón donde los bastardos se encontraban, Daenerya intentaba mantener su mente despejada, pero una duda la atormentaba. ¿Y si alguno de estos es hijo de Daemon?
Sacudió la cabeza, tratando de desechar la idea. No era momento para pensar en eso. Jacaerys abrió la puerta y allí estaban, una docena de hombres y mujeres de diversas edades, de pie en una fila desordenada, esperando su destino. Algunos lucían seguros de sí mismos, otros parecían nerviosos, pero todos compartían el brillo inconfundible en sus ojos, el mismo que había visto en tantos Targaryen: el anhelo por poder, por fuego.
Jacaerys dio un paso adelante, mirando a los reunidos. Su postura era firme, su voz resonaba con autoridad.
—Se les ha contado lo que harán —comenzó, sus palabras cortando el aire tenso—. Se les ha dicho que, si sirven bien a mi madre, Rhaenyra de la Casa Targaryen, Reina de los Ándalos, los Roynar y los Primeros Hombres, Señora de los Siete Reinos, la Reina Dragón, Protectora del Reino… serán recompensados. Serán más que simples bastardos o huérfanos. Serán recordados como los que montaron a los dragones en la guerra que decidirá el destino de Westeros.
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𝑭𝒊𝒓𝒆, 𝒃𝒍𝒐𝒐𝒅 𝒂𝒏𝒅 𝒍𝒐𝒗𝒆 - 𝐃𝐀𝐄𝐌𝐎𝐍 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍
Diversos𝑭𝒊𝒓𝒆, 𝒃𝒍𝒐𝒐𝒅 𝒂𝒏𝒅 𝒍𝒐𝒗𝒆 𝐃𝐀𝐄𝐌𝐎𝐍 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍 Daenerya Targaryen, la segunda hija del Rey Viserys y la Reina Aemma. A los 15 años fue casada con Ormund Beratheon, cuyo matrimonio no termino bonito que dígamos... Los Beratheon...