𝐂𝐀𝐏 10

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La puerta se abrió lentamente, apenas emitiendo un susurro en la pesada atmósfera de la habitación

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La puerta se abrió lentamente, apenas emitiendo un susurro en la pesada atmósfera de la habitación. Daenerya no había tocado, pero entró sin anunciarse, moviéndose con el sigilo propio de una sombra. En el centro del aposento, iluminadas por el resplandor tenue de las velas, estaban Rhaenyra y Mysaria, susurrando en lo que parecía una conversación demasiado íntima, demasiado cargada de secretos. Daenerya se detuvo al umbral, su mirada aguda enfocándose en la figura de la mujer que no debería estar allí.

«¿Qué demonios hace Mysaria aquí?» pensó, sintiendo un escalofrío recorrer su espina dorsal. La tensión en el aire era palpable, y Daenerya se mantuvo firme, aunque algo dentro de ella se removía, inquieto.

-¿Puedo hablar contigo, hermana? -dijo al fin, su tono neutral, aunque la pregunta cargaba una tensión subyacente que no podía ocultar.

Rhaenyra giró su cabeza lentamente, sus ojos encontrándose con los de Daenerya. Hubo un breve silencio antes de que mirara a Mysaria, dándole una señal. La mujer, con su habitual aire enigmático, inclinó la cabeza ligeramente antes de deslizarse fuera de la habitación como una sombra desapareciendo en la oscuridad.

Cuando la puerta se cerró tras ella, Rhaenyra finalmente habló, su voz suave pero con una autoridad implícita.

-Cuéntame, querida hermana -dijo, observando a Daenerya con una expresión serena, aunque sus ojos parecían escrutar más allá de las palabras.

Daenerya comenzó a caminar de un lado a otro, el eco de sus pasos resonando en la habitación. Se detuvo por un momento, mirando las paredes como si las respuestas estuvieran escritas en las piedras mismas, antes de hablar.

-¿Qué necesitas de ella? -preguntó, su tono cargado de incredulidad.

Rhaenyra no respondió de inmediato. Su mirada se suavizó por un momento, pero su respuesta llegó con calma.

-Me aconseja.

Una risa sarcástica escapó de los labios de Daenerya, resonando en el aire tenso de la habitación.

-¿Ella? ¿Una bruja? Tienes tu propio consejo, Rhaenyra -espetó, volviendo a caminar lentamente-. Me tienes a mí... y acudes a ella.

Rhaenyra alzó una ceja, la frialdad en su voz incrementándose.

𝑭𝒊𝒓𝒆, 𝒃𝒍𝒐𝒐𝒅 𝒂𝒏𝒅 𝒍𝒐𝒗𝒆 - 𝐃𝐀𝐄𝐌𝐎𝐍 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora