𝐂𝐀𝐏 07

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En la Fortaleza Roja había una habitación de esplendor inigualable, reservada exclusivamente para las damas de la realeza

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En la Fortaleza Roja había una habitación de esplendor inigualable, reservada exclusivamente para las damas de la realeza. Este sanctuario, destinado al esparcimiento y la limpieza, era vasto y opulento, adornado con mármoles finos y columnas intrincadamente talladas. Un estanque amplio ocupaba el centro, alimentado por fuentes de agua caliente que desprendían una bruma ligera, envolviendo el ambiente en un manto de vapor delicado.

Candelabros de bronce colgaban de los altos techos, proyectando una luz suave que se reflejaba en las aguas y las paredes decoradas con mosaicos. Incontables velas parpadeaban en los rincones, y la fragancia de los perfumes más exquisitos —jazmín, rosa y sándalo— se mezclaba en el aire, creando un aroma embriagador que evocaba serenidad y lujo.

Recordé cómo, en días más sencillos, Rhaenyra y yo jugábamos en este lugar, libres de las cargas del deber y la intriga. Éramos las únicas mujeres de la realeza, hasta la llegada de Alicent, cuya unión con nuestro padre había trastocado nuestras vidas.

En esos tiempos, la habitación no era solo un baño, sino un refugio de nuestra inocencia compartida.

—Mi princesa, el agua está muy caliente —anunció mi doncella con tono respetuoso, la cabeza inclinada en deferencia.

Deslicé mis pies en el agua, encontrándola a la temperatura perfecta, la calidez abrazando mi piel con una suavidad casi maternal. Los jabones, perfumados con esencias florales, eran para mí una tentación irresistible, cada uno exudando una fragancia que transportaba mis sentidos a un jardín eterno en flor.

𝑭𝒊𝒓𝒆, 𝒃𝒍𝒐𝒐𝒅 𝒂𝒏𝒅 𝒍𝒐𝒗𝒆 - 𝐃𝐀𝐄𝐌𝐎𝐍 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora