𝐂𝐀𝐏 14

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Las cenizas y el humo forman un velo sobre el campo de batalla, envolviendo todo en una niebla oscura y opresiva

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Las cenizas y el humo forman un velo sobre el campo de batalla, envolviendo todo en una niebla oscura y opresiva. Cada aliento se siente pesado, lleno del olor a carne quemada y tierra devastada. El rugido distante de un dragón muerto resuena en el aire, recordando a todos la brutalidad de la guerra que se libra ante ellos. Meleys, la gran dragona roja, yace sin vida en medio del caos, su cuerpo gigantesco inmóvil sobre el suelo calcinado. Al lado, Rhaenys Targaryen está reducida a cenizas, su figura apenas reconocible entre los restos carbonizados. La tierra está salpicada de restos y cuerpos, una imagen sombría de muerte y destrucción.

Laenor Velaryon grita con desesperación, su voz quebrada por el dolor, cayendo de rodillas junto a los restos de Rhaenys, su madre. Sus manos tiemblan mientras intenta tocar lo que queda de ella, su cara bañada en lágrimas. La desesperación en su voz es palpable, su lamento se mezcla con el crepitar de las llamas que aún arden y el sonido lejano de la batalla.

Arriba, en el cielo, Aemond Targaryen, montado en Vhagar, se mantiene vigilante. Sus ojos recorren el campo de batalla con una fría calma, buscando a su próximo objetivo. La crueldad brilla en su mirada mientras observa la escena debajo de él. Pero antes de que pueda hacer un movimiento, un rugido profundo y ensordecedor sacude el aire, un sonido tan poderoso que hace temblar hasta las piedras más firmes.

Los soldados y espectadores alzan la vista, buscando el origen de ese rugido sobrecogedor. La nube de polvo y humo dificulta la visión, pero pronto, desde lo alto del cielo, emerge una sombra titánica. Es Hūrmesrys, el dragón de Daenerya Targaryen. Su cuerpo imponente desciende rápidamente, atravesando las nubes como una bestia celestial vengadora. Sus escamas relucen con un tono oscuro, casi negro, que refleja el fuego que arde en su interior.

Daenerya, montada sobre Hūrmesrys, es un torbellino de furia y majestuosidad. Su armadura negra brilla como la obsidiana, reflejando la luz de las llamas dispersas por todo el campo. La dragona aterriza con un estruendo sobre una elevación cercana, haciendo temblar la tierra bajo su peso masivo. Las alas de Hūrmesrys se extienden con fuerza, creando un viento poderoso que despeja el humo y el polvo, dejando el campo de batalla al descubierto.

𝑭𝒊𝒓𝒆, 𝒃𝒍𝒐𝒐𝒅 𝒂𝒏𝒅 𝒍𝒐𝒗𝒆 - 𝐃𝐀𝐄𝐌𝐎𝐍 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora