Capítulo 12: Pesadillas (6° Parte)

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Era por la mañana, pero para el comisionado Pâté no parecía serlo. ¿Cuánto había dormido? Recordó mirar a su esposa junto a él, en el lecho, durmiendo plácidamente, tanto que le producía algo de envidia, pero también lástima. Era más que seguro que en los próximos días, si es que no era ese mismo, se terminaría enterando de la criatura que llegó desde Meudon. Había rumores, sí, pero ¿Cuándo no los hay?

Llegó más temprano de lo habitual, no importaba, tiempo tendría después, todo el día, o quien sabe por cuanto más hasta que consiga otro trabajo.

Llegó a la oficina del prefecto, llamó, fue invitado a pasar y se mantuvo de pie frente al mesón.

—Tome asiento, comisionado —dijo Sergeant, señalando con su mano.

—No creo que sea necesario.

Los ojos verdes destellaron un tono ocre. Colocó la palma sobre la mesa y se inclinó hacia atrás, mostrando su altura.

—Siéntese.

Pâté obedeció, quitándose el sombrero de copa. Lo puso en su regazo y dejó sus brazos en la mesa, para no tamborilear el accesorio con sus dedos. Guillame relajó su cuerpo y bajó su mirada a los papeles que tenía frente suyo.

—¿Por cuánto tiempo porta su cargo?

—Dos a tres años.

—No es tanto —dijo, levantando las cejas, aunque no parecía estar sorprendido—. ¿Y usted...?

—Señor. Sé que debí de haber esperado su orden ayer y no dejar que las criaturas hayan obstruido con la retención de ese ser. Puede dejar la cortesía, me retiraré hoy mismo si así lo quiere.

Sergeant rodó los ojos hacía él.

—No me interrumpa —dijo, severamente.

—Perdone.

—No pida eso —volvió a mirar los papeles y le entregó dos fichas. —¿O acaso cree que habla con alguno de estos... personajes?

Pâté se inclinó y vio las caras del prefecto anterior y de Maynott. Negó lentamente.

—Además, rectificó su error al ayudar con la persecución de esa banda americana y fue usted quien arrestó a Maynott, ¿no? No, comisionado, no lo voy a despedir. Aunque debería.

Tomó otro pliego y lo azotó contra la mesa, lo deslizó hasta él y golpeteó su dedo sobre este.

—Usted sabe demasiado, más de lo que dice saber.

Pâté palideció, aunque trató de contenerse. Vio una orden, del año 1910.

—Acta de arresto del señor Víctor Maynott. Escrita y firmada por usted. Causa, "homicidio premeditado". Y que curioso, ¡cuan curioso! Que el único nombre que figura como víctima es "Francoeur". Mismo nombre que usted gritó sin ningún criterio anoche. —Se levantó y comenzó a rondar—. No hallaron el cuerpo, no porque se hubiese perdido en las aguas fluviales del Sena. No hallaron el cuerpo porque nunca hubo uno en primer lugar. —Se detuvo—. Dígame, ¿quiere verme en la guillotina?

Pâté se sobresaltó ante tal acusación.

—¿Señor?

—Sí hubiese quemado a esa bestia, anoche, usted habría ido con el ministro a hablarle sobre mi conducta. Habría firmado una orden de arresto, haber realizado un juicio contra mi persona, y cómo esta vez sí existiría un cuerpo, un cadáver, restos carbonizados...

—¡No!

—¡Le dije que no me interrumpiera! —Se volteó, se desplazó lentamente hacia su silla, al ritmo de su respiración, y se sentó. —¿Por qué no habló antes? —Levantó una carpeta y la dejó caer frente a él. —¿Sabe que falta allí? El lugar de procedencia de esos seres. Y usted fue, muchas veces, y hay informes de ello, que no detallan la razón. ¿Aunque quién sabe? Quizás también sea mencionado en el juicio y se cuestione.

Aventuras Parisinas VOL.2Where stories live. Discover now