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Narra Olivia Madrid, España.
Llevaba escuchando golpes en la puerta desde hacía ya un minuto, haciéndoseme imposible volver a conciliar el sueño. Podía oír la voz de mi madre a través de la gruesa puerta de madera de mi habitación.
Maldije en mi mente por haber echado el pestillo de manera inconsciente hacía ya una hora.
Me levanté de la cama y estirándome alcancé el pomo de la puerta y la abrí, dejando ver a mi madre, vestida de forma arreglada y a punto de comenzar a peinarse.
-En una hora y media bajáremos, ve arreglándote ¿vale?- me indicó con una sonrisa cariñosa y seguidamente me abrazó- que alegría que hayas vuelto- era la quinta vez en el día que me lo decía.
Mi vuelo llegó a España sobre la hora de comer y llegar a casa conllevó una charla larguísima con mis padres sobre todo lo que había sucedido en mi vida los últimos meses. Pero a quien pretendían engañar, no querían saber tantos detalles de Bali, sino de mis nuevos amigos.
Ambos se habían reído de mis anécdotas durante la comida y parecía que los chicos les habían caído bien.
-Esta bien, aunque no se que ponerme- resoplé mirando a mi madre y volví a entrar a mi habitación; para seguidamente sentarme en mi cama de nuevo, pero esta vez contemplando el armario.
Me decanté por algo sencillo pero elegante, que luego adorné con diferentes accesorios para darle un toque más arreglado por la situación. El día de noche buena lo pasábamos siempre con los amigos de mis padres y el de Navidad con la familia.
Este año tocaba en la casa de los padres de Beatriz y aquello me venía perfecto para el jet lag, pues vivía un par de pisos más abajo que yo.
Tenía tantas ganas de ver a Bea y contarle bien absolutamente todo, que se me olvidaba que debía de envolver los regalos que les había traído a mis padres de los diferentes destinos.
Busqué por toda la casa algo de papel de regalo y fui empaquetando uno por uno los diferentes souvenirs.
Sin embargo, mi cabeza estaba en otro sitio. Me encantaba la idea de volver a ver a mis amigos y a mi familia, pero todo estaba tan tranquilo.
Sin Jopa y Borja peleándose por cualquier tontería; la voz de Plex grabando la intro del vlog diario; sin Adri haciendo algún chiste y las continúas risas que compartía con Lili, me sentía algo sola.
Mi cansancio me mantuvo algo despistada durante todo el día y no recordaba bien a que hora tenían previsto llegar a Nueva York, por lo que simplemente esperé una señal de vida por su parte.
