Capítulo 67; "Why Me?"

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EL CUERVO de Harrenhal había llegado a la Fortaleza Roja, como recurrentemente, pero a diferencia, este no era directamente dirigido hacia Aerith Stark, sino, hacia todos. El Comandante Ser Cole estaba en camino para llevar a Aerith y a su hijo con su esposo, el príncipe Aemond Targaryen.

Por supuesto el primero en enterarse fue Aegon y este cuando se enteró, requirió la presencia de la loba roja para darle la noticia.

El Rey estaba un poco sonriente, sabiendo que, la norteña estaría decepcionada tras saber que Aemond no era quien regresaba presencialmente por ella. No supo cuánto tiempo pasó, pero se estaba demorando en llegar, haciéndolo sentir impaciente. Hacía cerca de un día que no la veía y ella parecía estarlo haciendo a propósito.

No obstante, la joven hace aparición al aposento del Rey, siendo escoltada por sus más fieles guardianes, Rodrick Storm y Tyrek Lannister.

Una vez la tuvo delante de él, Aegon alza la carta enrollada con una pequeña sonrisita. Aerith observa al Targaryen algo cohibida.

— Toma asiento, querida hermana. —le pide el Rey gentilmente, a lo que la loba acata y toma lugar en uno de los sofás de la sala de este. — Al parecer esta vez he sido yo primero quien se ha enterado de los informes de tu esposo.

Viniendo del Rey, Aerith sabía perfectamente que no podían tratarse de muy buenas noticias.

— Vienen por ti, Aerith. —la Stark sonríe un poco—... Pero me temo decirte que no se trata de Aemond, al parecer se encuentra muy ocupado como para venir personalmente a recoger a su amada e hijo. —la sonrisa de la mencionada se borra lentamente. — Mi hermano ha mandado una tropa dirigida por Mi Mano... ¿Quieres leerlo tú misma? —le tiende el papel enrollado.

Aerith pestañea repetidamente, sintiéndose algo descolocada por la acción que había tomado Aemond.

— No hace falta, Mi Rey. —le sonríe falsamente, intentando de ocultar la desilusión en su rostro. No quería pensar nada negativo para no comenzar a agobiarse, simplemente el príncipe habrá tenido sus razones...

— Sé que no es lo que esperabas, Aerith. —deja ir Aegon un suspiro dramáticamente— Pero claramente se notan las prioridades de mi hermano. Aún así, sigo creyendo que es muy mala idea que te vayas... antes me mantenía más tranquilo la idea de que el dragón más grande de todo Poniente te protegería, ahora solo tienes unos simples hombres resguardándote... me veo en la obligación de mandar el doble de mis hombres para asegurar tu ida.

No iba a negarlo, hasta ella se sentía insegura... pero pensar en Rodrick o en el león, la hacían sentir un poco más aliviada, al menos los tendría a ellos.

La loba se queda algo ensimismada en su lugar y el Rey al notar eso, coloca una mano sobre el antebrazo de Aerith, llamando su atención.

— Estando una vez allá puedes enviar un cuervo directamente hacia mí pidiendo que te devuelvan a la Fortaleza Roja. —le dice casi en un murmullo.

—... ¿Qué te hace pensar que voy a querer regresar teniendo a mi esposo e hijo juntos, Aegon? —le pregunta tranquilamente Aerith.

Hacen contacto visual.

— Harrenhal no es un buen lugar para ti. Es un campo de batalla y tú... no sé... podrías ser la futura Reina de los Siete Reinos. La Fortaleza Roja es tu hogar.

Aerith ríe sarcásticamente y después resopla entredientes.

— Mi único hogar es Winterfell. —responde la joven secamente.

— No estaría tan seguro de eso... —el Rey entrecierra sus ojos— Me parece que ya has olvidado que en tierras norteñas estás desposada con... Lord Bolton. Definitivamente, Winterfell ha dejado de ser tu hogar, Aerith.

El Llanto del Lobo;  Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora