Capítulo 75; "Await The King's Justice"

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LA MAÑANA siguiente, Aerith despierta y se cambia de ropa sin necesidad de llamar a sus doncellas. Una vez lista, de manera sigilosa, abre las puertas de su aposento, asomando su rostro, esperando en no encontrarse con ningún guardia. Sin embargo, se lleva la sorpresa de ver a un caballero, cumpliendo con su labor.

— Milady. —habla el muchacho y hace una pequeña reverencia, agachando su cabeza.

— ... ¿Quién eres? —pregunta, mirando con cierta incertidumbre hacia sus costados.

— Mi nombre es Marston Waters, sirvo como miembro de la guardia real del Rey Aegon segundo de su nombre y ahora he sido asignado para protegerla, Lady Aerith. —se trataba de un hombre de cabello lacio y color negro, tenía barba y bigote de ese mismo tono, sus ojos eran almendrados de color miel.

— Un gusto, Ser Marston. Me parece que nunca lo había visto entre los guardias... —comenta la loba algo pensativa.

— Soy el remplazo de Ser Arryk. —informa d e manera fugaz, causando que el ceño de Aerith se frunciera.

— ¿Qué ocurrió con Ser Arryk...? —se atreve a preguntar.

— Murió, las malas lenguas narran que batalló contra su hermano en Rocadragon hasta matarse el uno al otro. Fue lamentable. —se encoge de hombros.

La boca de Aerith se entreabre con sorpresa y sus cejas se contraen con angustia.

— Dioses... —susurra.

— Han ocurrido varias cosas, como también han cambiado durante su ausencia, Milady. —comenta el bastardo.

— Deseo no saberlo, Ser Marston. —su pobre cabeza no estaba para soportar ese tipo de noticias.

— Lo entiendo, Milady. ¿Planeaba ir a un sitio?

— Iré primero al árbol arciano y después... al septo.—responde algo dudosa.

— Entendido, Milady.

Se desplazaron juntos hacia el jardín principal de la fortaleza roja, donde Aerith se arrodilló delante del árbol, precisamente justo enfrente del rostro que tenía el árbol y ahí comenzó a rezar a los nuevos y antiguos dioses, cosa que usualmente no hacía desde que abandonó el Norte. El Rey Aegon la observó desde su balcón de manera cabizbajo.

— ¿Es preciosa, no cree? —inquiere uno de sus guardias más cercanos. —Me imagino porque su hermano la habrá escogido como su esposa, será que es una completa loba en la cama. Una verdadera fiera, AU, AU, AU... —intenta de imitar los aullidos de un lobo.

Aegon cierra sus ojos dramáticamente y los abre de la misma forma, mientras su mandíbula se tensa. Sus guardias podrán hablar de cualquier mujer de esa manera... pero de Aerith, oh, eso ya era cruzar la línea.

— ¿Qué demonios acaba de decir, Ser Martyn? —inquiere Aegon encarándolo con una sonrisa bastante fingida.

— La Stark. Mírela, arrodillada como si fuera a recibir la verga de alguien. —agrega con un gesto pícaro, lleno de perversión.

El rostro de Aegon se torna a uno completamente serio, borrando cualquiera clase de expresión en su caballero de inmediato. El Rey se acerca lentamente hasta él para hablarle al oído.

El Llanto del Lobo;  Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora