Capítulo 15

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Fred y George es lo único que tengo de familia, ellos me apoyan y me ayudan en todo lo que necesite.

—Tranquila pequeña. —Fred me abrazó mientras yo volvía a tener otro ataque de ansiedad provocado por culpa de mi familia. 

—Madre no te merece, ni ella ni los demás. —George me acariciaba la espalda para calmar mis ganas de vomita a causa de los ataques. 

Deseaba que esto se acabase de una vez por todas, que me tratasen como una verdadera familia...

—Por cierto, dentro de poco será navidad. ¿Qué vas a querer? —miré a Fred con mis ojos rojos de llorar.

—Tener una familia de verdad, que me quiera.

—Nosotros te queremos, ya lo sabes. —George me cogió las manos.

—Solo pido que nunca os vayais pase lo que pase. 

Fred y George se miraron. 

—Nunca nos iremos, pequeña. —me dijo Fred.

—Nos vas a tener que aguantar siempre, renacuaja.

Me reí levemente ante sus contestaciones, ellos me hacían feliz. 

—¿Cuándo volveremos a Hogwarts? —les pregunté.

—Ron y Ginny volverán en dos días, nosotros volvemos mañana temprano y Percy aun está allí. —me contestó George.

—Volveré con vosotros. —ellos me miraron asustados.

—¿Éstas segura? ¿No será muy pronto? —me dijo Fred.

—Tampoco lo pasé tan mal allí, la madre de Draco es un amor. —ellos me miraron alzando la misma ceja. —Y muy guapa. —en ese momento su expresión cambió. —Podría ser vuestra madre, pervertidos.

—Tu lo has dicho, podría...—Fred se puso a mi derecha.

—Pero no es nuestra madre. —Terminó la frase George poniéndose a mi izquierda.

—No quiero ni imaginarme la cara de Draco al ver que un Weasley es su padrastro.

—Mi padre se enterará de esto. —dijo George imitando a Draco.

La tensión y tristeza desaparecía cuando estaba con ellos. 

—NIÑOS SUBID. —oímos a nuestra madre y nos asomamos a las escaleras.

Ron y Ginny subían asustados y corriendo.

Fred, George y yo nos miramos y claramente hicimos lo contrario pero Fred y George se pararon en seco y sacaron sus varitas.

—¿Qué pasa chicos?

Miré entre ellos dos y vi mortifagos en casa.

—Sube. —me susurró Fred. 

Tarde, ya nos habían visto y no solo eso...se dirigían a nosotros. Entre ellos pude distinguir a uno de ellos y salí de entro ellos dos. 

—Para. —el mortifago se giró a mí. —Son mi familia. 

Él solo inclinó la cabeza a un lado sin estar seguro de ello pero no solo eso, se fijo en mis ojos aun rojos por haber llorado. 

—Eso, es nuestra hija. —dijo mi madre.

—Para lo que queréis lo es. —dijo George.

El mortifago miró a Fred y a George para luego mirarme a mi y acercarse. 

—Anne sube. —me dijo Fred.

—Anne...—George estaba nervioso.

—¿Qué es lo que queréis? —él me señaló. —¿A mi?

—Llevárosla si queréis. —creo que hasta los mortifagos se giraron ante las palabras de mi madre.

La ira me recorría todo el cuerpo.

—Pues nosotros iremos con ella. —dijo George.

—¡No! —gritó mi madre.

—No te mereces a Anne. —dijo uno de los mortifagos. —¡¿Tan fácil vendíes a vuestra hija?!.

—Sabéis...—me miraron mis padres. —Nos vemos en navidad. 

Me giré a Fred y a George.

—¿Queréis venir? No os harán nada. 

—No hace falta que lo preguntes, no te dejaríamos sola nunca. —George fue el primero en acercase a uno de ellos.

Los mortifagos se miraron entre sí y se llevó a George, después a Fred. Mi madre estaba llorando mientras que él único mortifago al que diferenciaba se acercó, se arrodilló de una pierna y me dio la mano que con gusto acepté. 

Me llevaron a una habitación en la que estaban ya Fred y George. 

—Esto es bonito. —dijo Fred. —Un poco oscuro pero bonito. 

—Os quedareis en esta habitación ambos. —esa voz... 

—¿Y mi hermana?

—Tiene habitación sola. —Draco...

—Yo también quiero, venga seguro que tenéis muchas.

—No hables de esa forma. —le espetó otro. —Con respeto.

—¿No podríais darme una habitación para mi solo? —algo es algo...

—Sígueme por favor. —uno de ellos se llevó a Fred.

Draco cogió mi mano y me llevo a mi habitación, la de la ultima vez. 

—Draco, se que eres tu.

Se quitó la mascara. 

—¿Cómo lo has sabido?

—Eres muy predecible, precioso. —le dije y una tos me hizo girarme —El que faltaba. 

—Con que "precioso". —miró a Draco y después me miró a mi. 

—Yo me voy. —dijo Draco pero el enmascarado le frenó. 

—¿Tenéis algo? 

—¿Qué? No. Yo sigo con Oliver por si no lo recuerdas.

—¿Enserio sigues con ese imbécil en tu cabeza? Ridículo. 

—¿Tu sigues detrás de mí sabiendo que tengo novio? Ridículo. —usé sus palabras contra él.

—Malfoy, márchate. —dijo él sin quitar su vista de mí.

Se escuchó como se cerraba la puerta, él se acercaba a mi lentamente. 

—¿Sigues pensando que te gusta tu novio aun que conmigo te pones nerviosa? Ridículo.

—¿Sigues pensando que me atraes? Ridículo.

—¿Sigues sin negar que te pongo nerviosa? Curioso. —él ya estaba a centímetros de mí. —Noto tus nervios cuando estoy cerca de ti, noto tu miedo cuando estoy cerca de ti. Niégalo si puedes.

—No me pones nerviosa. —le dije seria y mirando a esos ojos que se veían a través de su mascara. Grises, brillantes y hermosos...

—No salgáis de esta planta, os traerán la comida los elfos. 

¿Si le coqueteo para que tenga él mas confianza en mí estaría mal?

Él estaba en la puerta ya de espaldas.

—¿Por qué no me la traes tú?

Se frenó en seco y se giró lentamente. 

Se acercó a mi pero esta vez no fue despacio. Me acorraló en una pared y se acercó a mi oído.

—No intentes jugar a estos juegos conmigo, siempre gano. —su gruesa voz me provocó un escalofrío en el cuerpo. —Nos vemos, cariño. 

Esta vez fue él quien se frenó en la puerta.

—Si vuelvo a saber que lloras por culpa de tu familia lo lamentaran. —la puerta sonó cerrarse.

Una paz reinó la habitación pero duró poco tiempo ya que se convirtió en soledad.

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⏰ Última actualización: Sep 11 ⏰

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