EL CASTIGO

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V

Un 2017 lleno de sorpresas ¿o de chascos?


Matemáticas. No de números, del corazón.

Si me hubiesen preguntado, hacía un año atrás exactamente, cómo me imaginaría que mi vida iría, jamás hubiese respondido que de esta manera.

El tiempo había pasado volando. Mi estadía en Hamburgo, mi amorío con Ricardo, mi regreso a San Cristóbal. Ya comenzaban los primeros exámenes en mi universidad. Sentía que era ayer cuando asistí a mi primera prueba de la carrera, ¡que nerviosa estaba! Aún recuerdo perfectamente cuando presenté ese examen.

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Noviembre, 2015.

Era un examen oral. La teoría sobre los Fundamentos de la Administración. Estaba ansiosa. Masticaba mentas cada dos minutos dando pasos de un lado al otro hasta que me tocara mi turno de entrar a la sala de evaluación. En el colegio no acostumbraban a hacernos exámenes orales, a excepción del profesor de inglés, pero esa materia era muy fácil, algunas conversaciones básicas, hacer una exposición sobre un tema interesante, quizá cantar una canción, pero no teorías principales de la administración, estrategias, o estructuras organizacionales. Esto era mucho más complejo.

La peor parte es que días antes, Brooklyn se había enfermado. Mi papá lo había llevado al Hato y el pobre se contagió con pulgas. ¡Eran cientos de ellas!

Mi mamá me gritaba desde la cocina que lo dejara tranquilo, que tenía que estudiar para el examen y luego ya tendría tiempo de sacarle las pulgas, pero yo no podía estudiar tranquila sabiendo que Brooklyn estaba pasándola mal con esas asquerosas pulgas.

Terminé de sacarlas casi todas. Una por una con mis propias uñas, Revisé cada pliegue de piel, pata por pata, en sus orejas y en cada rincón del cuerpo de mi Mastín inglés. Ya no había rastro de pulgas, al menos no que se pudiera ver. Después de bañarlo y secarlo con el secador de cabello, él dormía plácidamente en su camita, la cual entré a mi cuarto, sin permiso de mi mamá, pues ella tenía prohibido que Brooklyn entrara en los cuartos, pero siempre hacía excepciones con el mío. Brooklyn no podía vivir sin mí y yo sin él tampoco. Al otro día podría llevarlo más tranquila al veterinario para que se encargara de curarle su infestación por completo. Ahora yo, tenía que estudiar.

Había perdido toda la tarde. Solo me quedaban un par de horas antes que la luz del día desapareciera y eso de estudiar de noche no se me daba muy bien.

Me trasnoché aprendiéndome cada teoría, los planteamientos y temas que tenía previsto para el examen. Repasé todo. Tenía tanto sueño, pero no podía desfallecer, era mi primer examen y debía ser la mejor. Y así fue...

Tengo en mi cabeza el recuerdo de ese instante. Pasábamos a la sala en grupos de 5 personas y nos preguntaban a todos distintas cosas al azar. Una vez terminé de responder mis preguntas el profesor me miró y me dijo:

—Rey, salga del salón de clases.

Yo me quede atónita. Se supone que al terminar el examen te dicen la nota. Me levanté del pupitre y le dije con voz temblorosa:

—Profe... ¿mi nota es...?

El profesor me observo con una media sonrisa, como con cierto orgullo, pero del bueno.

—Tiene 20 puntos Rey. Felicidades. Ahora, fuera de mi vista. —dijo y me echó de la sala de evaluaciones.

¡20 puntos! ¡La mejor calificación! Dios mío, mi mamá jamás lo creería. Salí del salón saltando de la felicidad mientras una ola de compañeros se acercaba a preguntarme ¿Cómo me había ido? ¿Cuáles preguntas me habían hecho? y la que más intriga causaba a todos: ¿Cuál había sido mi calificación?

Ricardo: Un Amor Oxidado en el Tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora