XII
Una boda manchada de sangre.
19 de febrero, 2017.
Desperté con un dolor de cabeza terrible. ¿Qué había sucedido la noche anterior?
Me senté en la cama y recogí mi cabello en un moño improvisado. Me acordé de la sangre derramada la noche anterior, la incomodidad, los consejos de Talía, la conversación inconcebible con el socio de Ricky, el irritable de Guille, los padres de Ricky, su adorable hermana y el pañuelo perfumado.
A mi lado izquierdo tenía en mi mesa de noche múltiples pañuelos desechables manchados de un color rojo que ya había perdido su brillo y un vaso de agua medio lleno. ¿Había perdido mucha sangre? No recordaba. Tal vez era ese mi dolor de cabeza. Había sido una noche pesada, llena de emociones y momentos que marcarían mi historia con Ricky para siempre. No resultó ser la mágica boda soñada en mis días pasados, aunque en medio del caos y las incomodidades, la ternura al final de la noche me hizo sentir un poco mejor.
Me levanté y comencé a ordenar mi cama. Estaba un poco mareada. El férreo sabor de mi saliva me provocaba arcadas. Me bebí lo que quedaba de agua. Mientras doblaba la cobija cayó al suelo el pañuelo blanco. Su olor impregnó mi colchón y mis sabanas de un dulce aroma. ¿Había dormido con eso? Tal vez me quede dormida mientras lo abrazaba. Doblé el pañuelo con delicadeza y lo guardé en la primera gaveta de mi tocador. Terminé de hacer mi cama y tomé una ducha para desayunar y poder ingerir una pastilla para el dolor de cabeza.
Al mismo tiempo que comía un delicioso cereal con leche y frutos secos en la mesa de la piscina, recordaba la noche de la boda y todos los acontecimientos. Sentí un poco de vergüenza conmigo misma, pero no deje que el sentimiento me invadiese por completo.
Comencé a dudar, por primera vez desde que estaba con Ricky, el tipo de persona que era él. Me sentía intranquila y quise llorar, pero aclaré mi garganta y sus incesables nudos con grandes cucharadas de cereal que me tragaba sin apenas masticar. ¿Había tomado la decisión correcta en hacerme su novia o me había apresurado demasiado?
Tenía mensajes de mi novio por responder. No lo hice, ni siquiera los abrí. Quería un tiempo para pensar en lo ocurrido, así que apagué mi celular y pasé el día meditando al respecto. No quería darle vueltas de más a la situación, pero nunca puedes controlar los designios del corazón y el mío estaba intranquilo como un mar con lluvia.
El día transcurrió lento. Probablemente por el hecho de estar pensando una y otra vez en lo ocurrido y no hablar con Ricky, algo que se me hacía bastante difícil puesto que tenía la costumbre de conversar con él desde el primer momento en que mis ojos se abrían al mundo por la mañana hasta que me saludaba la luna antes de irme a dormir.
Cuando el sol se puso detrás de las nubes y comenzó a desaparecer para darle cabida a la noche oscura, yo me encontraba en la piscina una vez más. Había estado nadando para distraer mi mente y hacer bombear un poco de sangre saludable a mi corazón que necesitaba latir por otra cosa que no fuesen preocupaciones estúpidas.
En medio de brazadas largas y patadas fuertes, escuché como mi madre gritaba mi nombre. Dejé de nadar y me zumbé hasta las escaleras para salir de la piscina. Tomé mi toalla blanca y sequé mi cara, seguido de mis brazos y finalmente rodeé mi cuerpo con ella. Entré a la casa chorreando un poco y mi mamá estaba hablando por su celular. Me señaló la mesa servida y con un ademán de manos me dijo que comiera, la cena estaba lista.
No tenía apetito en lo absoluto, así que hice un amague de comer, ya tenía experiencia en eso; aunque en realidad guardé mi cena en un recipiente y la puse en el refrigerador. Mi estómago tenía un gran nudo. Era imposible que ingiriera algo sin sentir que me vendría en vómito. Mi mente confundida hacía que mi estomago lo estuviese mucho más.
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Ricardo: Un Amor Oxidado en el Tiempo.
Roman d'amourAlgunos secretos es mejor no averiguarlos... Dos historias de amor, cuatro protagonistas, una carta, pero solo un amor verdadero. Aquel que une los lazos existentes entre desconocidos para descubrir la verdad, una verdad que estaba enterrada en el...