EL GALOPAR DEL CABALLO

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III

Sicarigua, La Orquídea.

26 de diciembre, 2016.

Los días de navidad pasaban muy rápido. La época decembrina tenía esa especie de magia de robarle segundos a los minutos, aunque probablemente era solo desde mi perspectiva.

Estábamos de visita en casa de Tata. Tomábamos café, jugo de parchita y galletas oreo... no era una buena mezcla en lo absoluto. Era un medio día calurosísimo. El ambiente húmedo y poco ventoso se aplastaba sobre nosotras. Yo llevaba puesto unos minishorts con una franela oversize estampada de los Rolling Stone y unas converse negras. Mi madre iba con su estilo de siempre, botines con blue jeans y una camisa blanca. Sonaba la radio de fondo con gaitas, era la víspera navideña y las gaitas no faltaban en ninguna estación de radio. En la poca brisa que corría a través de los pasillos se sentía el aroma a los calderos con hallacas cocinándose y el cielo completamente despejado hacían el día perfecto para compartir en familia y pasar los últimos días del año.

Suena mi celular. Una vez más, era él. Sonreí.

—Hola Ricky. ¿Cómo estás? —Atendí entusiasmada mientras me alejaba del comedor.

—Elo, estoy bien. ¿Qué haces?

—Estoy en casa de mi abuela. ¿y tú? —dije caminando sin rumbo por la sala principal.

— Yo estoy justo en donde mi abuela también. Tengo planes para ti. —habló con emoción.

—¿Sí? ¿Cuales? —pregunté intrigada.

No había mucho que hacer en Carora y que él dijera que tenía un plan me parecía bastante... divertido, supongo.

—¡Vamos a la finca!

Su voz sonó casi tan entusiasta como la mía cuando comenzamos a hablar por teléfono. Sin embargo, oír esa propuesta me preocupó. ¡A la finca!... a Annie la controladora no le va a agradar mucho la idea. Que su hija salga de Carora a una finca a la que nunca ha ido, y con alguien a quien ella nunca ha visto. "Esto será una situación" pensé.

—Oh... eso suena... entretenido, pero... debo pedir permiso. —le respondí un poco indecisa.

—Dile que iremos con mis amigos. Así no va a pensar que estoy secuestrando a su hija. Es cerca, pasando Sicarigua. —replicó con cierto tono de seriedad, aunque estaba bromeando.

—¿Sicarigua?

—Si. Es la comunidad por la que pasamos antes de llegar a la finca. Un sector, como para darte ubicación, ¿me entiendes?

—Vale... voy a comentarle y te aviso, ¡pero no te prometo nada!

Colgué el teléfono y me dirigí a la cocina de nuevo. Mi mamá estaba chequeando su celular y cuando llegué, me dio un vistazo y sin preámbulo me pregunto:

—Quien es tan importante como para que te levantes de la mesa a responder, que no sea tu papá, claro está.

Chisteé un poco antes de responderle, ella sabía que estaba hablando con Ricky. Su pregunta era retórica.

—Eran mis amigos. Me invitaron a una finca. De ida y vuelta —aclaré rápido— ¿me dejas ir?

—¿A cuál finca? ¿Cuáles amigos? —insistió mi mamá.

—Mmm..., la finca en realidad no sé cómo se llama. Sé que queda en un mini pueblito o comunidad llamada Sicarigua, algo así.

"Que tonta eres. ¿¡De verdad no se te ocurrió preguntar a donde iban CON DETALLES!? Sabiendo como es nuestra madre... Diez puntos para ti, Eloísa." Me gritó con reproche mi vocecita interna.

Ricardo: Un Amor Oxidado en el Tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora