17. Penitentes

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Newt

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Newt

Emmy lo era todo para mi.

Ella era lo que me llenaba cada día, su sonrisa, su cabello castaño en rizos dorados bajo el sol, sus pecas adornando sus mejillas y nariz, su forma tan singular de ver la vida y su manera tan suya de ser ella misma me llevaba a amarla de una manera inexplicable.

Cuando la perdía de vista no dejaba de sentir aquella incertidumbre, como si todo estuviera apunto de derrumbarse llevándome a mantener silencio, a mantenerme fuera.

Me acostumbre a ella de la manera más rápida que alguien pudo haberlo hecho, me daba miedo lo mucho que la amaba, pero no me importaba las consecuencias que eso conllevababa, jamás me arrepentiría de darle todo de mi a esa chica.

Por eso ver como se perdía en medio de ese desastre me llenó de temor.

—Emmy, Emmy, escúchame.—Pero ella no reaccionaba a mi voz.—Vuelve a mi, vamos una vez más regresa.

Sus lágrimas pesadas rodaban por sus mejillas, mis dedos las limpiaban con desesperación, mis movimientos en sus hombros asustado en saber si aquello la haría reaccionar.

Los gritos de los chicos fuera del lugar me avisaban de aquello malo que ocurría pero estaba tan centrado en ella que dejó de importarme cualquier otra cosa, ella era mi prioridad en ese momento de tormenta.

—Respira conmigo, saldremos de esto juntos.—Sus manos temblaron y las tome entre mis dedos.—Con calma, no hay prisa.

Ella me miro por entre las lágrimas, su respiración cada vez un poco más calamada al son de la mía, los sonidos dejaron de escucharse para mi, solo eramos ella y yo.

—Newt, de verdad te necesitamos.—Hablo Zart entrando precupado.

—Vamos, te necesitan.—Su débil voz inundó mis oídos.

—No, tú me necesitas.

—Ya estoy bien, ellos son la prioridad.—Sus manos dejaron de tomar las mías.

—Tú eres mi prioridad.—Ahora soy yo el asustado.

Pero dejo de sonar cualquier otra cosa en mi cabeza cuando sentí sus labios sobre los míos, un beso desesperado tan cargado de emociones.

Ni siquiera pude responder de la manera que me hubiera gustado hacerlo, pero me había dado las fuerzas suficientes para seguir de pie, seguir por los demás, por ella.

Sus manos se enlazaron con las mías y como si ella hubiera pasado por desapercibida su situación de pánico camino con su característica seguridad, como si todo estuviera bien, pero yo conocía cada gestó mínimo de su ser.

«𝑯𝒐𝒔𝒕𝒂𝒈𝒆» 𝑵𝒆𝒘𝒕 𝑻𝑴𝑹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora