Capítulo 4 "Bendición"

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Pov. Lisa

Mi rostro estaba ardiendo. Como si me hubieran puesto dinamita por dentro y ¡Solo había sido un beso en la mejilla!

Dios... Debo haber parecido una completa imbécil titubeando delante suyo después de ese ínfimo intercambio que no duró ni un minuto.

—¿Doctora? —Diana, mi enfermera, me habla más fuerte y reacciono con las manos en las mejillas.

—¿Si?

—Le preguntaba sobre el paciente de la 245, está estable y la familia preguntó si podríamos darlo de alta mañana —continúa y asiento despacio.

—Sí, claro. Solo mantenme informada de cómo pasa la noche y dile a Nataly que monitoree sus latidos cada tres horas.

—Nataly no está de guardia, pero si quiere yo...
Niego con la cabeza —díselo a quien esté de guardia. A ti te necesito vigilando al señor Kim cada hora ¿Bueno?

Sus ojos se abren con sorpresa, pero no dice nada y asiente —Sí, doctora.

—Cualquier cosa, por mínima que sea, me avisas de inmediato, por favor. Estaré en mi oficina —termino y ella suspira.

—Debes estar cansada, si quieres puedo llevarte un café —me ofrece, pero niego con la cabeza.

—No es necesario, pero gracias Diana—le doy una sonrisa y camino hacia mi consultorio con una sensación sumamente rara.

Me sentía volando en las nubes. Como si no pisara el suelo bajo mis pies. Sabía que era una estupidez, pero me estaba costando controlar mi emoción.

—Basta Lalisa —me digo a mi misma yendo a sentarme para iniciar mi papeleo.

Me obligo a concentrarme y aunque por momentos mi mente se iba a ese cálido abrazo, no podía dejar que mi imaginación siguiera avanzando.

Me mantuve atenta a cualquier comunicación, pero todo parecía estar igual. Para las seis de la mañana, decidí dar una vuelta más solo para asegurarme y  encontré a Jennie en un sueño profundo.

Estaba encorvada sobre el sillón, pero apoyando su pecho en la cama de su papá.
Era una imagen muy linda, pero al mismo tiempo bastante desgarradora. Yo ya había estado en ese lugar y no era sencillo.

Tal vez por eso también decidí saltarme un par de reglas y mantenerla aquí. Cómo hija, a veces la impotencia de no poder hacer nada es la que más duele.

No quería despertarla, así que me muevo con cuidado de no hacer el más mínimo ruido. Reviso los avances y comparo el estatus en el monitor Holter, para saber cómo van las cosas y para su tranquilidad, todo iba avanzando bien.

De reojo, veo como estremece por el frío y suspiro. Mi guardia iba a terminar en menos de media hora y no podía dejarla así.

Regreso a mi consultorio y tomo la cobija que me acompañaba siempre en mis días de guardia y la subo. La encuentro en la misma posición. Cubro su espalda con cuidado, lo que menos necesitaba ella ahora era coger un resfriado.

—Doctora —la voz de Diana se escucha muy fuerte y me giro rápidamente, haciéndole un gesto para que baje la voz.

—Shh despacio —susurro y ella se calla— Está dormida. Mejor vamos afuera.

No responde, pero tampoco es que esperara que lo hiciera. Veo por última vez la cara de paz de Jennie y salgo con la enfermera siguiéndome.

—Ahora sí, ¿Qué sucede? —le pregunto y su expresión de molestia me confunde.

HeartAttack | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora