𝑇𝘩𝑒 𝐻𝑒𝑟𝑜 𝐾𝑛𝑜𝑤𝑛 𝐴𝑠 𝑆𝘩𝑖𝑟𝑜𝑢 𝐸𝑚𝑖𝑦𝑎 (𝑇𝑟𝑎𝑑𝑢𝑐𝑖𝑑𝑜)

Capítulo 13

Axel, una ciudad pequeña, tenía todas las cualidades encantadoras que uno esperaría. Calles adoquinadas donde los carros eran raros, edificios de colores brillantes donde las residencias se mezclaban con tiendas que vendían muchos productos, incluidas flores vibrantes, productos horneados delicados y armaduras y armas de calidad. Todos se conocían y felizmente saludaban, sonreían y se detenían para tener conversaciones espontáneas.

Nadie saludó ni sonrió a Kazuma. Mientras caminaba por una calle más transitada, la mayoría de la gente susurraba detrás de sus manos.

—...¿Escuchaste? Aquí está parte del grupo de Shirou Emiya —dijeron.

—...Sí, pero escuché que es un completo pervertido, una verdadera bola de baba. No puedo creer que alguien tan amable y guapo como Shirou permita a alguien así en su grupo.

—¿Tal vez Shirou lo está mirando? Como un guardia asegurándose de que no haga nada desagradable.

La paciencia de Kazuma se acabó.

—¡Puedo oírte! ¡Si vas a insultarme, al menos susurra más bajo! —las dos mujeres chillaron antes de recoger sus bolsos y huir.

La cabeza de Kazuma bajó.

«Ayudé a derrotar al General del Rey Diablo y este es el agradecimiento que recibo.»

De hecho, en la semana desde que Kazuma ayudó valientemente a su equipo mucho más poderoso a enfrentar una de las mayores amenazas de la nación, no podía caminar por la calle sin escuchar lo poco que todos en Axel pensaban en él. Entendía las tonterías de un pueblo pequeño donde nadie tenía secretos, ¡pero vamos! Así que había hecho algunas cosas cuestionables; como robar bragas y encerrar a Aqua en una jaula, y luego intentar venderla.

En defensa de Kazuma, Aqua fue tan útil como un paraguas en un huracán. Una diosa del reino celestial, se suponía que sería una bendición cuando él viniera a este mundo, pero su presencia resultó más irritante que útil. Aqua no se comportó como debería hacerlo una diosa. Ella no era humilde, amable, inteligente o sabia. ¡No! Aqua hizo que las exuberantes parecieran sobrias, los marineros sonaran elocuentes y Darkness pareciera bien adaptada.

¡Maldita Darkness! Si alguien merecía ser objeto de chismes, ¡era ella! Una cruzada masoquista pervertida, rubia, de grandes tetas, que insistió en ser entrenada por Shirou sólo para recibir una paliza. ¡Pero no! Nadie la llamó bola de baba. Todos pensaban que ella ejemplificaba la caballerosidad y la virtuosa caballería. ¡Fue exasperante!

Ahora completamente perdido en su perorata interna, Kazuma pasó junto al gremio sin darse cuenta, pisoteando y resoplando por la nariz.

Luego estaba Megumin, la diminuta Archimaga: habla de una decepción. Vestida con túnicas negras y carmesí con una mano puntiaguda y un bastón a juego, todo en ella gritaba chunni. Su forma de caminar, su forma de hablar, sus malditos encantamientos. La mayoría de la gente acaba de anunciar su hechizo (crear agua, bola de fuego, curar), pero Megumin no. Ninguna Megumin tuvo que cantar durante unos buenos treinta segundos cada vez que lanzaba su magia.

«Noche, más negra que negra, más fría que el frío te lo suplico... bla, bla, chunni, bla», y después de todo eso, después de lanzar el único maldito hechizo que conoce, la niña se desploma, sin maná, volviéndose tan útil como un tope de puerta.

Los puños de Kazuma se apretaron en su cabello, un temblor visible lo recorrió mientras luchaba contra las ganas de gritar. La aguda sacudida de dolor lo castigó, alejando sus pensamientos de su frustración. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que había entrado en una calle desierta. El área estaba deteriorada, con malezas abriéndose paso a través de las grietas en el adoquín y ladrillos viejos teñidos de color marrón oscuro, una línea de moho verde arrastrándose desde el suelo.