Capítulo 11

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«Patético.»

Shirou cayó hacia atrás, empujándose, demasiado débil para correr o luchar.

«Patético. Patético.»

En el pandemonio, los feroces rugidos de Aqua y los atronadores gritos del General tomaron el control, pintando un cuadro de cruda violencia que palpitaba con una intensidad sólo comparable a una tormenta que se avecinaba.

Su acalorado choque esculpió el aire circundante, imbuyéndolo de los temblores tangibles de su apasionada confrontación. En esta frenética sinfonía de caos, no había lugar para nada más que la danza feroz de dos fuerzas titánicas que chocaban en un crescendo de furia desenfrenada.

Uno podría esperar que el corazón de Shirou saltara de alegría al presenciar el nuevo poder de Aqua desplegándose como una tormenta tempestuosa en el horizonte.

Sin embargo, para su sorpresa, su corazón lo traicionó, arrojándolo a un desorientador abismo de vergüenza y dudas. El eco reverberante de la autocrítica sonaba dentro de él, similar a un implacable redoble de condena, cada latido puntuaba su lucha interna con un ritmo disonante.

«¡Patético! ¡Patético! ¡Patético!»

La palabra arañó su psique, un inquietante recordatorio de su percepción de insuficiencia. Esas horribles palabras de odio hacia sí mismo, pensó mucho tiempo atrás.

Se impulsó hacia una pared distante, sus dedos arañando la piedra inflexible, rasgándose las uñas en un intento desesperado por agarrarse.

La implacable superficie resistió, pero contra todo pronóstico, le brindó el apoyo para ponerse de pie. Una agradable sacudida de dolor lo recorrió, un amargo recordatorio de su tenue control sobre la dura realidad que lo rodeaba.

—¡Perra con cara fecal! ¡Te golpearé el trasero si te quedas quieta!

—¡Estás loco! ¿Qué te pasa? —dijo el General, retrocediendo, tratando de crear distancia—. ¡Y un trauma basado en el culo, psicópata demente!

—¡No sé! —Aqua puntualizó su punto con una colorida explosión de poder, derribando al general hacia atrás y casi hacia Kazuma.

Para ser justos, la ira de Aqua le parecía omnipresente a Shirou, por lo que se esperaba su falta de habilidades verbales. Aunque para ser justos con el General, las habilidades de comunicación de Aqua siempre habían faltado.

Shiro negó con la cabeza. El agotamiento de maná siempre le hacía pensar cosas extrañas. Los gritos de Kazuma le ayudaron a aclarar su mente y concentrarse en el problema inmediato que lo atormentaba.

Llegar a Kazuma le llevó a Shirou más tiempo de lo esperado, evitando bien a las figuras que luchaban.

Incluso tratando de mantener la distancia, los golpes indiscriminados de Aqua y las feroces lanzas de fuego del General y las atronadoras explosiones hicieron que sus pasos fueran traicioneros, con profundas grietas amenazando sus pasos.

—¡Shirou, date prisa! —dijo Kazuma, retorciéndose contra sus ataduras—. ¡Necesitamos correr!

Los dedos entumecidos de Shirou lucharon con las ataduras de Kazuma, los nudos inflexibles demostraron ser una presa esquiva. Con cada tirón y giro desesperados, el aire temblaba con la resonancia de una calamidad inminente, y ondas de calor florecieron en la espalda de Shirou como una caricia inesperada. No podía quitarse de encima la ansiosa idea de que la ardiente ira del general podría reducir el castillo a nada más que unas ruinas humeantes.

—No puedo quitarme estas cosas —dijo Shirou, dejando caer los brazos. Las ataduras eran cadenas de hierro, y sin su fuerza reforzada, Shirou no podía romperlas, ni tenía una hoja para cortarlas.

𝑇𝘩𝑒 𝐻𝑒𝑟𝑜 𝐾𝑛𝑜𝑤𝑛 𝐴𝑠 𝑆𝘩𝑖𝑟𝑜𝑢 𝐸𝑚𝑖𝑦𝑎 (𝑇𝑟𝑎𝑑𝑢𝑐𝑖𝑑𝑜)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora